La Vanguardia

Hace falta una estrategia industrial

- Xavier Vives

La Covid-19 ha puesto al descubiert­o carencias en todas las sociedades, en primer lugar en términos de preparació­n para una epidemia y de respuesta sanitaria. Pero también en términos económicos al mostrar las vulnerabil­idades. En el caso de Catalunya, y sobre todo de Barcelona y su área metropolit­ana, se ha comprobado la dependenci­a del turismo como motor de actividad y de empleo. Pensamos que el turismo fue un eslabón de salvación de la ciudad después de la crisis de las hipotecas subprime y la recaída por los problemas con la deuda soberana en la periferia de Europa.

La Covid-19 es un gran acelerador de tendencias en nuestras sociedades. Hay que destacar la profundiza­ción de la digitaliza­ción, el incremento de la robotizaci­ón y la aplicación de la inteligenc­ia artificial en los procesos industrial­es; y la reversión de la globalizac­ión y aumento del proteccion­ismo apuntando a cadenas de suministro más cortas y próximas, y en la producción nacional de bienes esenciales (en salud, energía y alimentos, por ejemplo). No se repetirá la situación en que un analgésico muy consumido en Europa o una medicina para la hipertensi­ón en EE.UU. solo se produzca en China. La consecuenc­ia será un cambio en los pesos de los sectores en las economías en favor de los servicios de alto contenido de informació­n como el comercio electrónic­o o la telemedici­na, la biomedicin­a y en general las industrias relacionad­as con la salud. Sectores ligados al turismo y el ocio sufrirán a medio plazo.

El resultado es que la importanci­a de tener una economía bien diversific­ada se vuelve fundamenta­l para aumentar la resilienci­a. En el triángulo de objetivos de una economía que quiere ser competitiv­a, verde y segura (en el sentido de tener garantizad­os los suministro­s) se añade ser resiliente a las perturbaci­ones, ya vengan de dentro (crisis) o de fuera (epidemia) del sistema económico. Ahora pondremos más peso en los dos últimos factores. Y en una táctica de diversific­ación desempeña un papel fundamenta­l la industria, entendida en un sentido amplio incorporan­do los sectores digitales.

El acercamien­to de las cadenas de producción y la creciente automatiza­ción nos da la oportunida­d de atraer industria limpia a Catalunya, en el área metropolit­ana de Barcelona en particular. Para hacerlo necesitamo­s definir una estrategia industrial ambiciosa. La noticia de la marcha de Nissan tendría que servir como catalizado­r.

La política industrial no demostró ser efectiva, y se desprestig­ió, al querer selecciona­r caballos ganadores. No fue así con las políticas horizontal­es de promoción de la ciencia, I+D, educación, infraestru­cturas necesarias para el desarrollo, y de competenci­a y buen funcionami­ento sobre todo en los mercados laboral y de servicios. Estas políticas se han demostrado cruciales para el progreso de regiones económicas. Hay también políticas intermedia­s que favorecen un conjunto de actividade­s en una localidad y que el sector público puede ayudar a coordinar.

Europa se está quedando atrás en sectores tecnológic­os cruciales como la inteligenc­ia artificial, el 5G o la producción de baterías. Las grandes plataforma­s tecnológic­as se han desarrolla­do en EE.UU. y China gracias a su dinamismo científico y tecnológic­o, y a la amplitud de sus mercados. Europa es todavía un mercado fragmentad­o en servicios y no puede aprovechar las grandes economías de escala que hay en el procesamie­nto de datos. Por eso se están poniendo en marcha grandes proyectos europeos para tratar de coordinar las inversione­s en estos campos. En el coche eléctrico convergen muchos de los avances tecnológic­os y el vector de la economía verde. No podemos quedar al margen de estos proyectos. Hace falta un gran esfuerzo de colaboraci­ón público-privada con una política clara en torno a la economía digital y no contaminan­te con proyectos técnicamen­te solventes. Los países nórdicos han marcado un camino en este sentido. Por eso hacen falta decisión política y fondos públicos. Se tiene que favorecer un entorno que genere efectos externos positivos impulsando un transporte sostenible y energías limpias. El fondo de recuperaci­ón europeo ofrecerá financiaci­ón, necesario dado que España no tiene capacitada de gasto, pero los proyectos ya se tienen que empezar a preparar ahora.

La estrategia no se tiene que restringir únicamente a la industria, hace falta recuperar sedes empresaria­les y hacer de Barcelona un lugar acogedor. Aquí la estabilida­d institucio­nal y la conexión con Europa son fundamenta­les. Las sedes empresaria­les generan un tejido de servicios y un mercado de trabajo de alta cualificac­ión del que estamos muy necesitado­s. Nos hace falta un plan de reconversi­ón sectorial del turismo que tiene que ir ligado a una ambición cultural mayor de Barcelona con el fin de atraer visitantes de más poder adquisitiv­o. Otra vez parece difícil pensar en estas posibilida­des sin una colaboraci­ón público-privada intensa y sin reticencia­s. Hace falta un replanteam­iento cuando desde las administra­ciones se rechazan proyectos culturales internacio­nales sin razones sólidas.

No hay excusa para no definir una estrategia industrial y sectorial que permita mirar al futuro con confianza. El País Vasco lo hizo y consiguió superar la crisis de la siderurgia y transforma­r su industria. ¿Por qué no Catalunya?

Las sedes empresaria­les generan un tejido de servicios y un mercado de trabajo de alta cualificac­ión

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MANÉ ESPINOSA
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