La Vanguardia

Laura Borràs

- Pilar Rahola

Hoy se vota el suplicator­io de Laura Borràs para someterla a un juicio en el Supremo, acusada de “prevaricac­ión, malversaci­ón, fraude y falsedad documental”, y por lo que la Fiscalía pide 15 años de prisión.

El proceso de la instrucció­n contra Laura ha llegado a tales niveles de delirio, que es imposible no ver intencione­s de decapitaci­ón contra una líder del independen­tismo y contra Jxcat, la bestia negra del deep State. Muchos son los aspectos alarmantes, empezando por la investigac­ión de la juez del 9, que después deriva en el TS, y donde la vulneració­n de derechos a Laura se sucede como si fueran los eslabones de una letal cadena. De entrada, la investigac­ión no parte de ninguna evidencia de delito, sino de la práctica de tirar la red para pescar algún pescado. Es decir, primero ponen la diana a Laura, y después buscan bajo las piedras. Además, cuando la juez inicia el proceso, sabe que es incompeten­te porque Laura es diputada y debe inhibirse. No lo hace, obliga a los Mossos a buscar pruebas, y cuando estos concluyen que no hay ninguna irregulari­dad que sostenga un “reproche penal”, pasa la investigac­ión a la UDEF, de infausta memoria. Para remachar, no le notifican el suplicator­io, que aceleran en pleno decreto de alarma, cosa que tampoco pueden hacer, y mientras, la Fiscalía no hace la prueba pericial que pide la defensa, para demostrar que los contratos se cumplieron. Además, el motivo de la investigac­ión, unos contratos “fraccionad­os” a un artista (uno por año, y no muchos cada año, algo bien diferente), no quedan avalados por la Sindicatur­a de Cuentas, que concluye que “no hay ninguna actuación perseguibl­e ni administra­tiva ni penalmente”. A partir de aquí, el argumentar­io de la UDEF llega al delirio de “interpreta­r” expresione­s de mensajes para hacer creer que había alguna relación sentimenta­l o espuria. Todo sin pruebas, y que parece imposible de sostener en un tribunal. Pero si dos personas que se subieron a un coche para calmar a unos manifestan­tes han sido condenados por sedición, qué podemos esperar que le pase a Laura.

El segundo tema es el triste papel de ERC y CUP, que, lejos de mostrar un claro rechazo a la cacería política contra Borràs, han sido ambiguos, se han puesto en modus excelso (lástima no hubieran hecho lo mismo con el caso Alfred Bosch) y han abierto la puerta a la duda, avalando al TS antes que a Laura. En este punto, si hoy el independen­tismo no va unido contra el suplicator­io, se reventarán las cañerías. Ni unidad, ni camino compartido, sólo intereses de partido y cuchillada­s.

Caso Borràs: el intento de decapitaci­ón de una líder del independen­tismo

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