Termómetro de campaña
Jueves por la noche. Santiago de Compostela. Jardín de Fonseca, a unos metros de la catedral. El PSDEG-PSOE celebra su tradicional pegada de carteles de unas elecciones gallegas, con escaso entusiasmo, lo que tampoco entraña ninguna novedad histórica. La innovación estaba justo a la entrada, pues para ingresar al acto había que pasar un control de temperatura, que una persona de la organización efectuaba con un termómetro de pistola, sobre las muñecas del público y de la prensa. Antes de la pandemia los periodistas tomaban la temperatura de los partidos en sus crónicas. Ahora ellos también la toman a los medios de comunicación, por lo menos en el caso del PSOE, pues el jueves ni el PP en Vigo, ni el BNG ni Vox en Santiago contaban con controles semejantes, si bien en todos los actos estaba regulado el acceso, se lucían mascarillas y había la obligación de guardar distancias. El cambio resulta tan sideral que si ahora se contemplan las imágenes de los mismos momentos de la campaña gallega y vasca del 2016, parecen de un tiempo muy remoto, como si correspondiesen a otro siglo.