La Vanguardia

La nueva voz moderada de Ciudadanos

El diputado de Cs colecciona aficiones que van desde el atletismo hasta las motos pasando por la música, la informátic­a y la lectura

- LEONOR MAYOR ORTEGA

Edmundo Bal (Huelva, 1967) conoce de primera mano al coronaviru­s. El 12 de marzo, se sintió mal: ahogos, dolor de cabeza, un cansancio poco habitual y mucha fiebre. Los síntomas le duraron seis días. La preocupaci­ón por los enfermos graves y por la crisis económica que ha dejado la Covid-19 a su paso aún persiste. Pero este abogado del Estado estrenado hace solo un año en la política y ahora portavoz de Cs en el Congreso trata de aparcar sus miedos por un momento para disfrutar de su familia, sus amigos y sus innumerabl­es aficiones.

El primer día en que se permitió salir a hacer ejercicio tras el confinamie­nto estricto, Bal se levantó al alba para correr esos ocho kilómetros diarios que nunca perdona. “Es una de las cosas que más echaba de menos. Soy corredor de atletismo y habitual de las maratones. Ahora, tras dos operacione­s de menisco, he tenido que bajar el ritmo, pero aún corro la media maratón cuando tengo oportunida­d”, explica.

La añoranza por su moto, una Harley-davidson aparcada en el garaje durante tantas semanas, no fue menor. Bal es amante de las motos desde su juventud y, aunque su movilidad diaria transcurre a lomos de esa Harley –en traje y no en cazadora de cuero para sorpresa de los viandantes–, aún conserva una BMW K-75 que le ha acompañado durante más de 25 años.

El aislamient­o apartó al portavoz de Cs del atletismo y de las motos, pero no de su familia. Su mujer es abogada colegiada, su hijo mayor, estudiante de Filología, y la pequeña, de Derecho. Los Bal han educado a sus hijos “en la libertad y en los derechos”. “Siempre se ha consultado todo, en casa ha imperado la democracia, no ha habido imposicion­es”, asegura.

Con ese mismo espíritu, el del diálogo y la búsqueda del consenso, el de la voz moderada, ha llegado al Congreso tras una carrera centrada en la Abogacía del Estado. De su abuelo y de su padre, que era funcionari­o de Hacienda, heredó la vocación por el servicio público. Su capacidad como estudiante también ayudó a la hora de escoger profesión. Acabó Derecho a los 23 años y se puso a hincar los codos. A los 25 se sacó una de las oposicione­s más difíciles y a los 26 tomó posesión de su plaza como abogado del Estado.

Su paso por Huesca, Zaragoza y Madrid le permitió conocer los entresijos del derecho laboral, el civil o el administra­tivo, pero al final se decantó por el penal y, tras un breve intento de ejercer en el ámbito privado, volvió a lo público, porque le viene “de familia y es lo más bonito, aunque esté peor pagado”. Por eso, cuando Albert Rivera le fue a buscar para ser candidato a diputado, tras ser relevado en el juicio del procés por defender la rebelión en lugar de la sedición como hizo finalmente la Abogacía del Estado, no se lo pensó demasiado. “¿Qué mejor manera de defender lo público”.

Bal es consciente de que “una parte de la ciudadanía tiene una visión peyorativa de la política, pero si vienes con ganas de trabajar, de llegar a acuerdos y de negociar, es subir un peldaño, porque es lo que siempre he hecho, pero en un lugar más elevado”. Y eso es lo que hace ahora tras marcar el camino de vuelta de Cs al centro y a la negociació­n con el PSOE.

A Bal la vida le ha cambiado bastante desde que fichó por Ciudadanos para las elecciones de abril del año pasado. Los naranjas sacaron entonces 57 diputados y Bal era uno más en un regimiento de parlamenta­rios. Pero tras la debacle de noviembre, su partido pasó a tener solo diez representa­ntes, y él asumió la portavocía adjunta, que “supone mucho más trabajo, pero también un reto”, asegura.

Pero pese a las tareas de coordinaci­ón del grupo, la participac­ión en las comisiones y la preparació­n de las intervenci­ones en el pleno, que se han duplicado con la baja maternal de Inés Arrimadas, Bal aún tiene tiempo para disfrutar de sus muchas otras aficiones. Le gusta la informátic­a y suele “trastear con los sistemas operativos”.

Y también toca la batería, porque también de su familia heredó “el amor por la música”, sobre todo de un tío abuelo, que fue un reputado musicólogo. Es fan de Led Zeppelin, Van Halen o AC/DC y cada momento de su vida “tiene una canción”, porque “no puedo vivir sin la música”, aunque su pasión “llega hasta la metálica y ahí se para” pues “me gustan los temas melódicos”.

Bal tampoco puede vivir sin los libros. Nunca se va a dormir sin leer al menos un capítulo de la última novela que le ha enganchado. Ahora, está apasionado con el escritor escocés Ian Rankin y su atípico policía John Rebus, que “resuelve los casos con métodos a veces poco ortodoxos”. Pero lo que no perdona es la novela histórica ambientada en la Roma o la Grecia clásicas. Lindsey Davis es su preferida y no se pierde las andanzas de Marco Didio Falco, el detective privado que “hace sus pesquisas en la época de Vespasiano sin móviles ni ordenadore­s ni ninguna de las facilidade­s que hay ahora”. Y claro, Santiago Posteguill­o es otro de sus favoritos, pues sus libros, además de entretener, “son toda una lección de historia”.

“En casa siempre se ha consultado todo, no ha habido imposicion­es, ha imperado la democracia”, asegura

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PEDRO RUIZ Edmundo Bal, aquí junto a su Harley-davidson, es el portavoz de Ciudadanos en el Congreso

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