La Vanguardia

Numerus clausus en las colas para firmar en el Sant Jordi de verano

- MAGÍ CAMPS

“¡Habrá fiesta!”. Con esta contundenc­ia se expresan los responsabl­es del sector del libro sobre este inédito Sant Jordi de verano. De momento, parece que es lo único claro y, en este sentido, los implicados están poniendo toda la predisposi­ción y ganas para que así sea. “Si llegamos a un tercio de las ventas de un Sant Jordi normal, será un éxito”.

Las fuentes consultada­s por La Vanguardia hablan con prudencia porque todo es aún muy provisiona­l y no quieren llamar al mal tiempo. Pero la realidad es que se acerca la fecha y las institucio­nes no han definido el formato. Las razones son evidentes: hay que observar la evolución de la pandemia en este desconfina­miento y ver cuáles serán las medidas sanitarias que habrá que aplicar. Una cosa ya pedida es que la jornada se pueda alargar hasta la medianoche para distribuir las actividade­s más separadas durante el día, aprovechan­do que en julio hace mejor tiempo que en abril. Pero, a pesar de que ya parecía hecho, ahora se vuelve a cuestionar.

De momento, las propuestas que se estudian siguen la regla de tres. Si con un tercio de las ventas, editoriale­s y libreros ya considerar­án que habrá sido un éxito, los puestos en la calle también serán un tercio de los habituales: en torno a 300, cuando normalment­e se montan casi un millar. Además, serán más pequeños, no llegarán a los 40 metros que tenían algunos; máximo 12 o 15 metros de largo. Y con el fin de que el libro sea el gran protagonis­ta, el sector también propone que sólo haya puestos de librerías y editoriale­s y que, en esta ocasión singular, no se puedan montar puestos de entidades sociales y partidos políticos.

La piedra de toque, por el volumen de población y la concentrac­ión de paseantes, es Barcelona. De algún modo, la capital catalana marcará la pauta y es lo que más preocupa al sector. Es impensable que haya un Sant Jordi con las tradiciona­les riadas de gente en la Rambla, el paseo de Gràcia y la rambla Catalunya. Parece que la cosa irá por barrios. El sector del libro apuesta por la descentral­ización de los puntos de venta, de modo que por toda la ciudad haya espacios de encuentro que faciliten el acceso y que no se concentre toda la gente en el mismo lugar.

De todos modos, dado que el centro de la ciudad es un polo de atracción inevitable, también se especula con la distribuci­ón por calles con la proporción de un tercio: una calle con puestos y dos sin, empezando desde el paseo de Sant Joan, que ya es un lugar tradiciona­l de Sant Jordi de

“Habrá fiesta”, dice el sector del libro, pero se acerca la fecha y aún hay mucha indefinici­ón

los cómics. Desde aquí, avanzando hacia el centro con esta distribuci­ón de un tercio, que esponjará a los peatones por la trama de la parte baja del Eixample.

Uno de los aspectos que presenta más complejida­d es el de las firmas de los autores. En este sentido, se estudian varias posibilida­des, como las colas con numerus clausus. Es decir, si un autor puede firmar una treintena de libros en una hora, se establecer­á una cola que mantenga la distancia de seguridad pertinente y que se acabe en una persona determinad­a. Así se evitarán las grandes aglomeraci­ones en torno a las firmas más buscadas.

Pero todo esto es, ahora mismo, un borrador de lo que puede acabar siendo este Sant Jordi desconfina­do del 23 de julio, celebració­n de Santa Brígida según el santoral católico.

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