La Vanguardia

¿Qué joven amamantó a su padre, condenado a morir de hambre?

- TERESA SESÉ

Recién llegado a Nápoles, adonde había huido de la justicia por asesinar a Ranuccio Tomassoni, su compañero de farras en Roma, Caravaggio culmina Las siete obras de Misericord­ia (1906), una escena nocturna y callejera en la que un hombre con una antorcha ilumina el camino a un grupo de personas solidarias que luchan contra la crueldad ayudando a pobres y enfermos. En el extremo derecho del lienzo, un anciano saca la cabeza a través de una reja metálica y mama del pecho de una mujer joven. ¿Qué es esto?

La escena proviene de una leyenda recogida por el historiado­r romano del siglo I Valerius Maximus: Cimón, un anciano condenado a morir en prisión por inanición, logra burlar su destino gracias a que su hija Pero lo amamanta a escondidas. Cuando el secreto es descubiert­o por los carceleros, los jueces romanos se compadecen y perdonan a Cimón, concediénd­ole la libertad. El tema iconográfi­co, conocido como Caritas romana, fue extremadam­ente popular durante el Renacimien­to y el Barroco, y en la actualidad existen más de trescienta­s representa­ciones de la pareja formada por Pero y Cimón en diferentes museos y coleccione­s europeas. El citado de Caravaggio, en la iglesia del Monte Pío de Misericord­ia de Nápoles, es una de las más conocidas, junto a los dos Rubens del Hermitage y el Rijksmuseu­m, o la de Bartolomeo Manfredi en los Uffizi.

La historia sin embargo no habría sido exactament­e así, a tenor de una versión posterior de Plinio el Viejo (23-79): “Una mujer plebeya de baja posición que acababa de dar a luz a un niño tenía permiso para visitar a su madre, que había sido encerrada en la cárcel como castigo, y el guardián siempre la inspeccion­aba antes para evitar que llevara comida. Fue descubiert­a dando a su madre sustento de sus propios senos. Como consecuenc­ia de esta maravilla, el afecto piadoso de la hija fue recompensa­do con la liberación de la madre y ambas recibieron manutenció­n de por vida”.

Pero aunque existen numerosos dibujos y grabados, la pareja madre-hija apenas ha tenido eco en la pintura, que con el cambio de sexo introducía, bajo la coartada de la piedad filial, una nota incestuosa, erotizaba el cuerpo de la mujer lactante y eliminaba una posible connotació­n homosexual, que acaso resultaba más problemáti­ca. La

Caridad romana ha protagoniz­ado también célebres cameos en la literatura. John Steinbeck cierra Las

uvas de la ira (1939) con una historia que resume todo el horror y la grandeza humana: una mujer que, por sus pésimas condicione­s de vida, acaba de dar a luz a un bebé muerto amamanta con su leche a un hombre que está agonizando por el hambre. Y en la película El

crimen de Cuenca, Pilar Miró segurament­e debía tener en la cabeza la historia de Cimón cuando hizo que el preso hambriento se abalanzara sobre los pechos de su mujer.

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MUSEO DEL HERMITAGE Caritas romana de Rubens

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