La Vanguardia

“Spain for sure”

- Enric Llarch Economista

El primer país de Europa en porcentaje de defuncione­s en residencia­s de mayores, el sexto del mundo en número absoluto de muertes y el tercero en decesos por cada millón de habitantes. Eso es “Spain for sure”. Esta es la última campaña del Gobierno a través del inefable España Global para inspirar, dicen, confianza a los turistas extranjero­s. El tan a menudo vilipendia­do turismo, ahora que no lo tenemos y que todavía tardará en volver, resulta que es la clave para que la crisis pospandemi­a no se vuelva apocalípti­ca y la solución parece que pasa por gastarse millones de euros en el mismo mensaje que utiliza todo el mundo, desde los estados hasta la última peluquería: un espacio seguro, libre de la Covid-19.

No parece, sin embargo, que estas campañas genéricas y repetitiva­s sirvan para lavar el pésimo expediente español ante la Covid, si es que en el fondo no están pensadas para otras cosas. Los viajeros más atrevidos estarán pendientes de que no haya rebrotes. Y a última hora, decidirán si dan el paso de venir. Sobre todo a playas y espacios abiertos, no a ciudades densas como Barcelona. Aunque no es fácil de replicar –porque son sobre todo propietari­os de segundas residencia­s– parece más eficiente la política de Baleares de hacer llegar unos cuantos aviones llenos de alemanes para que comprueben que no hay peligro de contagio.

Los empresario­s en general reconocen que el Gobierno sí ha tomado dos medidas efectivas para salvar las empresas: el invento de los ERTE, con los posteriore­s alargamien­tos y flexibiliz­aciones, y los créditos ICO. Estos últimos, sobre todo, en las empresas que tenían activos físicos con que acreditar su solvencia. Los que peor lo pasarán serán los pequeños servicios de comercio, restauraci­ón y ocio que dependen mucho

Hay que estar preparado para de aquí un año, cuando las empresas tengan que devolver los créditos ICO

de la demanda turística y que están en locales de alquiler.

El reto, pues, es cómo estaremos de turistas extranjero­s en mayo del año que viene, cuando empezará la temporada estival y se acabará la carencia de los préstamos ICO. Los hoteleros dicen que si no tienen gastos financiero­s significat­ivos, trabajando con el 30% de ocupación ya no pierden dinero. Pero la mayoría los tienen –básicament­e hipotecari­os–, y a estos les hace falta un 60% de ocupación para sobrevivir. Durante 12 meses, los créditos ICO neutraliza­n los gastos financiero­s. Y a partir de entonces, si no hay nuevas carencias, quien no tenga un 60% de ocupación lo pasará mal.

El primer día de apertura de fronteras fue noticia que a El Prat llegaban cerca de 100 vuelos. Antes de la pandemia eran 1.000 de media. Por lo tanto, el camino es largo. Bien haría el Gobierno en dejarse de campañas genéricas y de dudosa eficacia real y dedicar los limitados recursos disponible­s a no añadir cargas a las líneas aéreas –con la excusa de las nuevas medidas sanitarias de seguridad– y estar preparado para lo que pueda pasar de aquí un año, cuando las empresas tengan que devolver los créditos ICO.

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