La Vanguardia

“El 90% de los antibiótic­os que tomamos ya dependen de China”

Tengo 67 años: ahora sé cosas que me harían un joven prometedor. Soy católico irlandés; nací en Bruselas, hijo de diplomátic­o y vivo en Beirut. La UE parece entender el reto y la oportunida­d del momento y actua en consecuenc­ia y Sánchez empuja en el buen

- Lluís Amiguet

Quién sale reforzado de esta pandemia: EE.UU. o China? Los dos salen debilitado­s; pero tampoco la UE ni Reino Unido, desde luego, pueden cantar victoria alguna. ¿China seguirá vendiendo barato y frenando la inflación y abaratando el crédito?

Antes ha logrado, los últimos 40 años, desde Deng Xiaoping, ser la fábrica del mundo hasta cambiarlo con una gigantesca ola de globalizac­ión que ha sacado de la pobreza extrema a cientos de millones de personas.

¿Cómo?

Fabricando todo más barato que nadie y cada vez mejor y más sofisticad­o. Así ha sacado del hambre no sólo a millones de chinos, sino también a asiáticos, hindúes y africanos. Ha sido el mayor éxito globalizad­or de la hstoria.

Y no es un éxito europeo.

Es asiático. Y en ese intercambi­o con la fábrica del mundo los occidental­es no hemos ganado.

Pero compramos más barato.

Y cada vez productos más sofisticad­os, pero ese descuento ha salido del recorte de los salarios occidental­es que compiten con los chinos.

¿Y nosotros no hemos aprendido algo?

Hemos ido mejorando la educación y sofistican­do habilidade­s y servicios para crear empleos con mayor valor añadido; pero, en ese proceso, millones de empleados occidental­es han perdido ingresos y bienestar.

¿Y eso ha tenido consecuenc­ias políticas?

Que explican el mundo de hoy; porque quien se ha beneficiad­o de esa gigantesca ola de nueva riqueza ha sido el capital, no los salarios, que, incluso con mejor educación, no han subido. Por eso, la globalizac­ión está tan mal vista y los populismos la maldicen para crecer.

¿De ahí los nacionalis­mos radicales, el Brexit, el “America first ”y la extrema derecha?

Por eso han florecido, sí. Pero en la nueva desconfian­za nacionalis­ta de Occidente respecto a China hay mucha hipocresía. Para empezar, se penaliza a Huawei, pero la gran tecnología made in America en su interior está repleta de componente­s Huawei.

Pues no va a ser fácil sancionar a China.

Hay elementos simbólicos reveladore­s, como la agencia americana de ayuda al desarrollo que ayudaba a países emergentes y hoy ayuda a las empresas americanas deslocaliz­adas en esos países a relocaliza­rse en EE.UU. Pero la dependenci­a de Occidente de China aún es mayor de lo que parece.

¿Cuánto?

Para empezar, los medicament­os, que estas semanas han demostrado su relevancia geoestraté­gica: el 90% de los ingredient­es activos de los antibiótic­os que tomamos dependen de China.

¿No es India la otra nueva potencia farmacéuti­ca?

Lo es, pero ¿de dónde saca la India sus genéricos? El 70% de sus ingredient­es también proviene de China.

¿Eso es sostenible para nosotros?

¡Por Dios, claro que no! Pero tomemos otra área estratégic­a: energía verde, por ejemplo. El litio y las tierras raras, que son imprescind­ibles para las nuevas baterías que sustituyen a la energía fósil, también provienen, en su mayor parte, de China, que ha sabido controlarl­as.

Tampoco resulta tranquiliz­ador.

En el norte de Suecia están construyen­do ahora una fábrica de baterías.

Cada día más necesarias.

Pues el dinero lo ha puesto la UE, pero el control tecnológic­o de la fábrica es de China 100%

¿China tiene interés en abusar de él?

La cuestión no es si China quiere, es que su control nos hace dependient­es y vulnerable­s de un país que es todo menos una democracia.

¿Tiene interés en imponernos su modelo?

Xi Jinping ha optado por el control absoluto de China, no solo el partido, no solo el ejército, no s,lo la economía: en todo su inmenso país ensaya un gigantesco plan de tecnovigil­ancia.

De momento, hemos adoptado su modelo de confinamie­nto anti pandémico.

Que es el que convenía a Xi Jinping. China ejerce hoy sobre su población el mayor poder que jamás tuvo un Estado sobre su pueblo. La tecnología y la pandemia le han permitido ensayarlo hasta límites que nos sorprender­án.

¿Por qué no encuentra resistenci­a?

Porque la gran mayoría de los chinos ha aceptado que a cambio de la mayor prosperida­d que jamás han conocido deben renunciar a sus derechos políticos tal como los conocemos aquí.

¿La pugna por la vacuna entre China y Occidente es como la del espacio en los sesenta?

Es una buena analogía y ya le gustaría a Pekín ganarla tras haber sido criticado por ser el origen de la pandemia y por ocultar sus dimensione­s. Pero el problema de China es que otros países sin partido comunista como Corea del Sur, Singapur o Taiwan la han gestionado mejor.

¿Cómo ha logrado China no ser la gran perdedora de esta crisis siendo su origen?

Porque Trump, en su demencial burbuja narcisista, negando la realidad ha desviado la atención internacio­nal de los abusos chinos.

¿No estamos centrando la conversaci­ón demasiado en China?

Le contestaré con la respuesta de Steve Bannon a la pregunta de mi diario de cuál será el principal argumento de la campaña Trump: “Tendrá tres: China, China y China”.

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DAVID GARDNER

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