Campesinos y estudiantes en la Costa Brava de los setenta
Un relato de iniciación de Miquel Martín i Sierra, en la línea de los grandes textos sobre la generación que abandona las labores del campo, con la figura luminosa del mozo, Pitu del Mas Bou, que representa un mundo condenado a la desaparición
JULIÀ GUILLAMON
Primero fue Antoni Pladevall con La lliça bruta (2001) y Massey Ferguson 35 (2003), Terres de lloguer (2008) y La papallona negra (2014). Y ahora se han sumado Anna Ballbona con No soc aquí (2020) y Miquel Martín i Serra con La drecera. Son novelas que hablan de la última generación vinculada al campo. Los padres han sido renteros (pequeños propietarios en el caso de Anna Ballbona) y los hijos ya son estudiantes. Si incorporásemos la extraordinaria La mort i la pluja de Guillem Frontera y los libros de Mercè Ibarz y Francesc Serés sobre Saidí, es decir, el secano, tendríamos un pequeño volumen de literatura comparada que estaría la mar de bien. Los libros de Miquel Bauçà también podrían entrar.
Miquel Martín i Serra (Begur, 1969) había publicado un par de novelas en Columna y unos cuantos libros más en editojos, riales pequeñas. La drecera se publica en Periscopi, una de les editoriales de moda, y es una confirmación con todos los honores. Fer dreçera es ir aprisa, tomar un camino no muy concurrido que te permite llegar antes al lugar a donde quieres ir. Es la versión campesina y montañesa de la aceleración contemporánea. Mientras los tatarabuelos, los bisabuelos, los abuelos y los padres han seguido un camino que no ha cambiado durante siglos, los hinacidos en los años cincuenta, sesenta u ochenta, han acortado el camino: han dejado los campos de labor (a menudo con cierto malestar: el caso de Ballbona o la escena de La drecera en la que el protagonista habla de las patatas podridas que tiene que ir seleccionando). Estudiar, leer y, finalmente, escribir les distanciará de los suyos y, al mismo tiempo, permitirá retratarlos. También es el argumento de
Pa negre (2003) de Emili Teixidor.
La drecera pasa en el interior de un pueblo de la costa donde veranea una familia de ricos de Barcelona, que hablan castellano, tienen criadas filipinas y una
nurse inglesa. Los padres del chico se dedican a cuidar la casa con piscina. Existe un contraste entre el chico, los hijos de los ricos y los otros chicos del pueblo, con los que, a causa del trabajo de sus padres, le cuesta relacionarse.
El argumento nos habla de manera muy sutil de las pérdidas y renuncias del protagonista. Apuntando este sencillo argumento, descripciones con valor de época: de los ídolos del fútbol a la figura de Pitu del Mas Bou, un viejo que toda la vida hatrabajadodemozo.eselpersonajemás completo y humano del reparto, en el que figuran algunos personajes estatuarios, fruto del distanciamiento entre señores, renteros y gente del pueblo. Como ya me pasó con No soc aquí de Anna Ballbona, echo en falta que el protagonista sepa salir del bloqueo y un poco más de argumento: quizás lo segundo hubiera llevado a lo primero. Frente a las novelas de Teixidor, Frontera o Pladevall, que plantean conflictos dramáticos resueltos con escenas de alto voltaje, estas novelas dejan que el tiempo vaya resolviendo las cosas por sí solo. Dice Fonalleras, en el epílogo, que La drecera quiere ser como un poema de Carner: contemplación, belleza y paso del tiempo.bienvisto. |
‘Fer drecera’ es ir aprisa, tomar un camino no muy concurrido que te permite llegar antes al lugar a donde quieres ir