Barcelona espera 400 policías más este incierto verano
Los hechos delictivos han caído pero preocupa la creciente violencia empleada en los robos
El verano que acaba de comenzar va a ser muy distinto a los de otros años. La pandemia conlleva que haya menos turistas –no hay todavía previsiones sobre cuántos–, lo que supone una novedad importante en una ciudad con gran afluencia de visitantes como Barcelona. Esta inédita situación y la incertidumbre sobre su evolución en las próximas semanas condicionan los dispositivos policiales, especialmente en las zonas del centro y del litoral, las tradicionalmente más concurridas de la ciudad en época estival. A las habituales labores de prevención y de reacción en materia de seguridad y convivencia, se añade en esta ocasión el control del cumplimiento de las normas sanitarias relacionadas con la Covid-19, básicamente el respeto de las distancias de seguridad en los espacios públicos y el uso de mascarillas cuando no sea posible.
Barcelona prevé contar para esta atípica temporada de verano con cerca de 400 policías más que hace un año. La mitad corresponde a la nueva promoción de la Guardia Urbana, que se incorporará a finales de julio, y el resto a los Mossos d’esquadra, según explicó ayer el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, durante la prestación de la campaña estival de la policía municipal. El edil dijo que el Ayuntamiento e Interior están “acabando de afinar” el número exacto de agentes del cuerpo dependiente de la Generalitat que se desplegarán en la ciudad.
Este refuerzo policial llega en un inicio del periodo vacacional muy diferente al del 2019. Hace un año los datos sobre hechos delictivos en
Barcelona eran muy preocupantes y ahora el escenario es otro, debido al reciente confinamiento de la población. Aunque hay un factor que “preocupa mucho”, precisó el intendente mayor Pedro Velázquez, jefe de la Guardia Urbana: la “creciente violencia” empleada en la comisión de algunos delitos, especialmente en los robos. También se ha detectado un repunte del consumo y venta de drogas. En cambio, la caída de la actividad ha comportado un descenso en la siniestralidad.
Que haya menos turistas ha cambiado el perfil de buena parte de las víctimas de delitos, pero todavía es pronto para sacar conclusiones al respecto. Es una incógnita saber cuántos barceloneses pasarán sus vacaciones fuera de la ciudad y qué cantidad de foráneos llegará. Unos podrían compensar a otros, apuntó
Batlle, pero no está claro que acabe siendo así. Por lo pronto se ha dibujado un mapa con los escenarios delictivos que se prevén más calientes, que han tenido en cuenta las quejas de los vecinos, y que, en consecuencia, requerirán de mayor presencia policial. Ciutat Vella vuelve a tener un plan específico con patrullaje preventivo.
Como cada año desde hace nueve, la Guardia Urbana despliega un grupo específico para la zona litoral de la ciudad, operativo desde el pasado día 22 y hasta finales de septiembre, que cuenta con 90 efectivos, entre agentes y mandos, aproximadamente los mismos que en el 2019. Las dependencias de esta unidad de playas en los bajos del paseo Marítim de la Barceloneta se han acondicionado para adaptarlas a los nuevos requerimientos sanitarios. Los próximos días se abrirá el módulo del espigón del Bogatell.
“La unidad de playas este año tiene un objetivo inimaginable hace unos meses, que es la vigilancia de la seguridad sanitaria”, destacó Batlle, que aprovechó para hacer un llamamiento general al civismo. Además de esta nueva función, prioritaria para evitar rebrotes del virus, este equipo se ocupará de regular el acceso a la zona y combatir
DE LOS DOS CUERPOS
Se incorporarán 200 agentes de la Guardia Urbana; la cifra de mossos se está afinando
ZONAS CALIENTES
Se ha dibujado un mapa con los principales escenarios delictivos en esta nueva situación