Generosidad en tiempos de pandemia
Que la familia de Ahinara viajara a Madrid el 1 de marzo fue gracias a la Fundació Teletón y a la generosidad de amigos, familiares y vecinos. De allí se marcharon para Pamplona, donde entró en acción la Asociación Española contra el Cáncer, que les proporcionó una vivienda para que pudieran seguir el tratamiento. Luego, gracias al programa Niños contra el cáncer, se abrió la oportunidad de recibir protonterapia en Madrid.
Así es que, tras unas cuantas sesiones de quimio en Navarra, la familia se trasladó de nuevo a la capital española, justo en el momento álgido de la pandemia.
Un taxista, Rafael Ferrándiz, supo de su situación y se ofreció de forma desinteresada a realizar los traslados de la pequeña, cada día, durante mes y medio.
En la CUN, para no poner en peligro a los pacientes oncológicos, “los metimos en una especie de burbuja para evitar cualquier contaminación. El elemento emocional era durísimo para ellos, porque, en plena pandemia no podíamos ofrecerles ninguna garantía de que todo fuera a salir bien”, confiesa Calvo, en referencia a la Covid. Por suerte, para la pequeña Ahinara, “un cascabel”, así ha sido.