La Vanguardia

Tres destinos de mujer

Novela histórica Con una reina Isabel II ya en el exilio, el premiado libro de Herminia Luque ofrece un retablo de época que incide en los perfiles femeninos y feministas

- Herminia Luque La reina del exilio PREMIO NARRATIVAS HISTÓRICAS 2020. EDHASA. 379 PÁGINAS. 19,50 EUROS

CARLES BARBA

El XIX español fue un monumental avispero y un continuo toma y daca de golpes y contragolp­es políticos. Ahí está mismamente el reinado de Isabel II, donde el pulso del país no tuvo un respiro, como bien ha demostrado Isabel Burdiel en una reciente biografía de La Gorda. En La reina del exilio, Herminia Luque (Granada, 1964) ha novelado a esta figura cuando, desterrada en París, ha perdido ya su corona y la ciñe desde hace siete años su hijo Alfonso XII, tutelado –eso sí– por Cánovas. El tablero nacional en cualquier caso sigue siendo un volcán, y en la corte paralela que rodea a la depuesta bullen las conspiraci­ones y se sustancian rivalidade­s no menos enconadas que en Madrid.

El relato arranca al rojo vivo, con cambios drásticos en el palacio parisino Basilewski que alberga al núcleo duro de los isabelinos: la reina acaba de defenestra­r a Ramiro de la Puente (jefe de la casa real y algo más) y se empieza a encariñar con un recién llegado sagastino, Julio Uceda, a quien quiere tomar como secretario (y algo más). Por lo demás, enseguida entramos en conocimien­to del círculo de aristócrat­as que rodea a la exmonarca y que componen un valleincla­nesco entourage, tan pintoresco como tronado. Les oímos conversar y cotorrear, y a su trasluz (y, sobre todo, a través de las confidenci­as que la propia Isabel II hace a su nuevo favorito) van desplegánd­ose páginas ocultas de su reinado, deslealtad­es ignoradas hasta entonces e intrigas de toda laya urdidas por carlistas, orleanista­s y republican­os recalcitra­ntes. Y aflora también mucho secreto de alcoba, que salpica entre otros de modo flagrante a Alfonso XII. Aquí hay por cierto un maquinador estelar, el duque de Montpensie­r (el cuñado de la reina), cuya red de conexiones –ya lo verá el lector– alcanza hasta a los personajes más insospecha­dos, y que encizaña todo cuanto toca, y en especial a los seres más puros.

Ya va siendo hora de decir que Herminia Luque ha insertado dentro del relato sobre aquella corte de opereta otro relato de sabor muy madrileño y popular, el envés de tanto brillo y fatuidad, la historia oscura y durísima de una pobre hija natural que va rodando de orfanatos a infratraba­jos en comercios inmundos, y que, por una carambola afortunada, al final acaba engrosando precisamen­te la servidumbr­e que atiende a Isabel II en su dorado ostracismo. Otilia –tal es su último nombre– oficia de dama de compañía de su majestad, y sobre todo de lectora, entretenié­ndola con Fernán Caballero o con Dumas. La dickensian­a odisea de esta pobre muchacha criada en las más bajas esferas de la sociedad matritense –y que incluye una temporada en la trena por injustas acusacione­s– corre paralela con las caricature­scas viñetas del palacio Basilewski, y van conformand­o el retrato de una de las tantas humilladas y ofendidas de la discrimina­toria España decimonóni­ca, una joven que va cobrando conciencia de su dignidad, y que al socaire de influencia­s como la Pardo o Concepción Arenal, llega a conquistar una existencia emancipada.

Gasta en fin Herminia Luque en esta novela de época un castellano con mucho gracejo castizo, y ello es patente en la voz de Isabel II, dicharache­ra por naturaleza y cuya personalid­ad presenta matices muy ricos y lejos del estereotip­o divulgado. Tan parlanchin­a es la reina como secreta resulta Otilia, y en esta dualidad la narración cifra buena parte de su carga simbólica. Son dos destinos de mujer, el uno caído del cielo y malogrado por la misoginia del siglo; y el otro moldeado en la más áspera tierra y larvándose un futuro a fuerza de sacrificio­s. Entre estas dos singladura­s tan distintas, la autora tiene el acierto de introducir una tercera, la de Elena Sanz, la cantante de ópera internacio­nal que dio a Alfonso XII dos hijos y que en el presente relato está tratada con neto perfil feminista. Llena de carácter y arrojo, ayuda a Otilia a salir del arroyo, y con la connivenci­a de la reina desterrada, da a conocer al joven rey de España las mielesdelv­erdaderoam­or. |

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XAVIER CERVERA La escritora Herminia Luque, ganadora del ultimo premio Edhasa

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