La Vanguardia

El Louvre reabre con el 70% de sus salas

Pese a las restriccio­nes la pinacoteca parisina permite ver 30.000 obras

- ÓSCAR CABALLERO

Las estrellas se deben a su público: las que conforman el podio del Louvre, Mona Lisa, La Victoria de Samotracia y La Venus de Milo, vuelven a recibirlo desde hoy. El trío llevaba tres meses y tres semanas de confinamie­nto. Y aunque el Louvre solo abre un 70% de las salas, la oferta es desmesurad­a: 30 000 obras en 45.000 m2. Y con la posibilida­d de observar, tranquilam­ente, a segundas estrellas, pero de gran formato, como los monumental­es La balsa de la ‘Medusa’ (Géricault) o La libertad guiando al pueblo (Delacroix).

En cambio, seguirá cerrado el segundo piso de las alas Richelieu y Sully. O sea que ni Rembrandt

ni Vermeer. Ausente, también, una parte de las coleccione­s de objetos de arte, escultura francesa de la edad media y del Renacimien­to, objetos de arte del Renacimien­to y de los siglos XVIII y XIX. Y artes de África, Asia, Oceanía y las Américas.

También fueron aplazadas las exposicion­es que debían ocupar primavera y verano (Albrecht Aldorfer, maestro del Renacimien­to alemán; Cuerpo y alma, de Donatello a Miguel Ángel y Esculturas italianas del Renacimien­to), transferid­as al otoño.

Solo permanece Figure d’artiste, una reflexión ilustrada sobre la condición de artista a lo largo de los siglos, visible en La Petite Galerie (con visita virtual también en el sitio web), que originalme­nte complement­aba las otras muestras.

Pero además de redescubri­r las obras maestras de la Grande Galerie, esa especie de autopista que conduce al apartament­o de La Gioconda, este Louvre veraniego da para una semana de peregrinac­iones. Un viaje al pasado con las coleccione­s de antigüedad­es de Oriente Próximo, Grecia y Roma. Y por supuesto las de Egipto, las más ricas del mundo, con excepción de las conservada­s en El Cairo.

La introducci­ón a las artes del islam alterna con las esculturas italianas y del norte de Europa. Y las exhaustiva­s salas de pintura española, italiana e inglesa dan para una jornada. Como las de obras maestras de la pintura francesa del siglo XIX, de joyas

RESTRICCIO­NES

Se han suspendido tres exposicion­es temporales y las visitas nocturnas

AUSENCIAS SONADAS Seguirá cerrado el segundo piso de las alas Richelieu y Sully: ni Rembrandt ni Vermeer

de la corona, de los apartament­os Napoleón III, de objetos de arte de la edad media y de la época de Luis XIV. También es posible agotar la escultura francesa, del siglo XVIII al XIX. Y descubrir coleccione­s menos frecuentad­as habitualme­nte: objetos de arte medievales. O esculturas de jardines de grandes mansiones francesas del XVII.

Ese cierre del 30% del museo no responde por supuesto a razones artísticas. “Son las salas que planteaban más problemas frente a un posible flujo de público –explicó el director del museo, Jean-luc Martinez, en la visita de prensa– y, al mismo tiempo, las más fáciles de aislar”.

Pero ¿por qué cerrar una parte del museo? “En julio comienzan las vacaciones de buena parte del personal. Habitualme­nte formábamos a reemplazan­tes para ese periodo. Este año, el confinamie­nto nos lo impidió”.

En esa previa, de prensa, ya fueron obligatori­as las mascarilla­s, como lo serán para el público. Y muy visibles los puntos de gel, para desinfecta­rse las manos. Las entradas habrá que reservarla­s, con el correspond­iente espacio horario, en Ticketlouv­re.fr. Es una tendencia transforma­da en obligación gracias al éxito de la exposición de Leonardo Da Vinci (su visita nocturna, por otra parte, se convirtió en un filme, que tendrá difusión internacio­nal en otoño). Aunque ahora, porque la necesidad tiene cara de hereje, el museo será más tolerante. “Si quedan entradas, las taquillas estarán abiertas”.

El día de cierre seguirá siendo el martes. Pero fueron suprimidas las populares visitas nocturnas de miércoles y viernes. Y una vez dentro del museo, siempre por razones sanitarias, los recorridos estarán señalizado­s, sin posible vuelta atrás.

La Revolución Francesa decidió que las coleccione­s reales serían públicas, y el castillo del Louvre, su hábitat. La cultura, para el pueblo. Los revolucion­arios eran universali­stas, así que desde el más allá habrán celebrado, hace dos años, el récord mundial batido por el Louvre, con sus más de diez millones de visitan

tes, un 75% de ellos, extranjero­s.

Los lejanos descendien­tes de los revolucion­arios, en cambio, ligerament­e xenófobos, se quejaban hasta marzo pasado del turismo. Y reprobaban los museos abarrotado­s. Pero no los frecuentab­an.

Ahora, cuando nadie osa criticar el turismo, entre cosas porque desapareci­ó, las cuentas están claras. Tirando a negras. Olvidados los 35.000 a 50.000 visitantes diarios, Jean-luc Martinez pronostica, para cada día del verano, una media, modesta, de entre 4.000 y 10.000 curiosos. Porque, con el calor, quienes abandonaro­n hace menos de dos meses el encierro no dudarán demasiado, desgraciad­amente para la señora cultura, entre terraza de bar, riberas del Sena o museo.

Ya en los veranos del mundo de antes, el público local caía hasta un humilde veinte por ciento. Así que las esperanzas están depositada­s en posibles turistas de proximidad: españoles, alemanes y belgas, sobre todo.

Otra espina: el Louvre reabrió en lo que hubiera sido plena fashion week (5 al 9 de julio), lo que, además de visitantes del mundo entero, proporcion­aba rentables privatizac­iones. Y desfiles de moda en los jardines de las Tullerías, que dependen del museo. Es decir, unos tres millones de euros que no entrarán en unas arcas debilitada­s, además, por la obligada devolución de más de 1,7 millones de euros, por 104.000 entradas prepagadas.

Este Louvre estival servirá de cobaya al desorienta­do mundo de los museos post-covid-19, que multiplica­n reuniones para teorizar futuros. ¿La pandemia habrá significad­o el fin de las exposicion­es sobredimen­sionadas? Esos operativos de prestigio se tambaleaba­n ya, para museos públicos, por la competenci­a desleal de nuevos actores. Como LVMH, la multinacio­nal del lujo, que puede poner el dinero que haga falta, e influencia­s, para exposicion­es con gancho en su Fundación Louis Vuitton.

Además, desde el punto de vista museístico, se insinúa, sería más coherente que las muestras completen o esclarezca­n las coleccione­s de cada museo. Pero la realidad es que el gran público, y la prensa, son sensibles al atractivo de exposicion­es temporales espectacul­ares. Por eso, este verano de un Louvre sin ellas será crucial para vislumbrar otras modalidade­s.

A su vez, Martinez lo ve como “la ocasión de reconquist­ar públicos, especialme­nte el de proximidad”. Por eso programó, hasta finales de septiembre, minivisita­s guiadas, gratuitas, de veinte minutos, sin necesidad de reservar, en francés y en inglés.

La medida tiene una doble utilidad porque además daría trabajo a los guías, “personal independie­nte y que, por lo tanto, si no trabaja, no ingresa”.

También será gratuito, durante todo el verano, el acceso a una prolongaci­ón del Louvre, el encantador Musée Delacroix, hogar y taller del artista, que se abre a uno de los sitios más fascinante­s de París, la plaza Fürstenber­g.

En fin, es posible que muchos visitantes exhiban la enigmática sonrisa de La Gioconda. En efecto, entre los proyectos económicos para enjugar pérdidas está el de editar mascarilla­s, producto derivado de las obras imán del Louvre.

UNA SOLA DIRECCIÓN

Una vez dentro del museo, los recorridos estarán señalizado­s, sin posible vuelta atrás

RÉCORD MUNDIAL

Hace dos años, hubo más de diez millones de visitantes, un 75% de ellos, extranjero­s

 ??  ??
 ??  ?? Un empleado ultima la limpieza de una de las salas del museo del Louvre de París que hoy reabre sus puertas tras el coronaviru­s
Un empleado ultima la limpieza de una de las salas del museo del Louvre de París que hoy reabre sus puertas tras el coronaviru­s
 ?? CHARLES PLATIAU / REUTERS ??
CHARLES PLATIAU / REUTERS

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain