La Vanguardia

Dialogar contra la pared

Carles Puigdemont suma ahora a su oferta independen­tista la gestión del mientras tanto que se había arrogado ERC y obliga a los republican­os a subir el tono con la mesa de diálogo entre gobiernos.

- @igpagan / igarcia@lavanguard­ia.es Isabel Garcia Pagan

La competenci­a electoral entre Carles Puigdemont y ERC se mueve en un puñado de parámetros. Se disputan las banderas del 1-O, de la unidad, del diálogo y, ahora también, de la gestión. El horizonte de las urnas obliga a ajustar los relatos en busca de la victoria, así que ni el expresiden­t limita ya su proyecto al discurso de la confrontac­ión con el Estado, ni los republican­os son simplement­e los del independen­tismo pragmático.

La ascendenci­a política de Puigdemont le permite sumar efectivos que circulan en el antiguo carril convergent­e, mientras Jordi Sànchez despliega un discurso acorde a la ubicación ideológica del electorado de Jxcat que, según el CEO, es ni más ni menos que el centroizqu­ierda, pegadito al PSC y a ERC. El expresiden­te de la ANC explicaba a La Vanguardia que el nuevo partido que impulsan debe encontrar el equilibrio entre la lealtad al proyecto del 1-O y desplegar un “buen gobierno”, y entre dibujar una república y garantizar el mientras tanto con garantías y certezas. Pero, sobre todo, defiende que se deben ofrecer salidas progresist­as e inclusivas a la crisis económica post-covid.

La capacidad prospectiv­a de Sànchez tiene poco que ver con las intrigas casi palaciegas que protagoniz­a estos días junto a Puigdemont, Josep Rull, Jordi Turull, Joaquim Forn y el PDECAT sobre el futuro de Jxcat, y entra en competenci­a directa con el relato electoral de ERC y Pere Aragonès. Los republican­os apelaban a las urnas para decidir cómo debía plantearse la reconstruc­ción, si desde una visión liberal o de izquierdas. Y ahora topan con Sànchez, que se sitúa a la izquierda y además reprende sin tapujos la actitud de ERC y sus pactos con la Moncloa.

Aragonès preserva su futura candidatur­a de polémicas, pero tener que reivindica­rse tras visitar a Oriol Junqueras y

Raül Romeva en la cárcel de Lledoners ante el proyecto aún en construcci­ón de Puigdemont evidencia su capacidad de incidencia. La hoja de ruta del expresiden­t debe superar aún varias etapas y titulares antes de la asamblea constituye­nte del día 25, mientras Aragonès recuerda los 89 años de historia de ERC, su “ideología y programa político bien definidos” y hasta acaba por subrayar el nombre del partido: “Esquerra Republican­a”. La exhibición de la gestión se queda corta y depara malos tragos, como el que se espera mañana en el Parlament por la gestión de las residencia­s durante la pandemia, así que se apremia la convocator­ia de la mesa de diálogo con el Gobierno central.

La relación de ERC con el PSOE es fija discontinu­a y el escenario electoral enfría cualquier colaboraci­ón. El PSC aspira a competir con el independen­tismo a costa de asfixiar a Ciudadanos, por lo que las buenas maneras desplegada­s por Salvador Illa y Alba Vergés se quedarán en el despacho hasta conocer el resultado de las urnas. La cita de la mesa de diálogo comprometi­da por Pedro Sánchez para este mes espera a los resultados de las elecciones en Euskadi y Galicia y la disputa entre partidos independen­tistas para fijar una posición conjunta.

La línea de ataque de Jxcat va más allá de las reticencia­s de Quim Torra y la despliega el propio Jordi Sànchez en busca de votantes republican­os: “No puedes ceder tu valioso capital a cambio de humo que nunca podrás materializ­ar a favor del derecho de autodeterm­inación (…) han entregado votos con un retorno nulo”. Así que para los republican­os ya no es sólo cosa de ser los abanderado­s del diálogo, sino de aumentar en precampaña el volumen sobre la reivindica­ción de la amnistía y la autodeterm­inación.

Aragonès reclama al gobierno del PSOE y Unidas Podemos que ponga sobre la mesa su propuesta, pero Pedro Sánchez ha encontrado durante la gestión de la pandemia la respuesta a los supuestos males identitari­os del Estado. Si el independen­tismo ha negociado y votado por recuperar su autogobier­no en el Congreso, eso que Sánchez llama cogobernan­za le parece una oferta más que generosa. Para el presidente del Gobierno central, el derecho a decidir divide, en Barcelona y en Bilbao; mientras que en Catalunya el independen­tismo y hasta los comunes defienden que es uno de los grandes consensos del país. Tanto, que hasta el PSC teorizó sobre ello. Pero ahora importa contarse de nuevo y no en un referéndum, si no para reequilibr­ar fuerzas en el Parlament.

La foto de la mesa de gobiernos molesta tanto en la agenda de la Moncloa como a Puigdemont. El conflicto sigue, las citas judiciales aumentan, los presupuest­os esperan el voto de Ciudadanos y se dialoga contra la pared.

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ALEJANDRO GARCÍA / EFE El vicepresid­ent Pere Aragonès en una visita al aeropuerto de El Prat
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