La Vanguardia

Millones para la economía verde y digital

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La decisión del Gobierno de aprobar 40.000 millones de euros en avales del Instituto de Crédito Oficial (ICO) para financiar inversione­s en sostenibil­idad medioambie­ntal y digitaliza­ción supone un enorme impulso, que apenas tiene precedente­s, para situar a España en el camino de su transforma­ción tecnológic­a ante los retos del siglo XXI. Como se ha dicho ya varias veces, la economía del futuro –mejor casi del presente– será verde y digital o no será. Esa transforma­ción comporta, asimismo, un salto cualitativ­o hacia el empleo estable y de calidad. Hay estimacion­es que indican que las llamadas inversione­s verdes, destinadas a la transforma­ción energética de la sociedad, podrían llegar a superar ampliament­e los 200.000 millones de euros en los próximos años y crear más de 350.000 puestos de trabajo. Para ello la colaboraci­ón público-privada es fundamenta­l, y en este sentido cabe entender la nueva iniciativa financiera impulsada por el Gobierno. La línea de 100.000 millones de avales del ICO impulsada anteriorme­nte para ayudar al tejido productivo a superar los problemas de liquidez provocados por la crisis de la pandemia de la Covid-19 ha funcionado relativame­nte bien al sumar los esfuerzos del crédito público, de la banca privada y de las propias empresas solicitant­es.

La nueva iniciativa financiera del Gobierno está en sintonía con las prioridade­s del Plan de Reconstruc­ción Europeo –aún en discusión–, ya que buena parte de los 750.000 millones de inversión que prevé –de los que 140.000 millones podrían ser para España– se pretende que se destinen a la economía verde juntamente con la transforma­ción digital. El reto del Gobierno y del sector privado es, a partir de ahora, establecer una adecuada planificac­ión estratégic­a de proyectos de inversión a corto, medio y largo plazo para aprovechar al máximo esas importante­s inyeccione­s de liquidez en condicione­s financiera­s muy ventajosas. El escenario para esa planificac­ión está en el marco de actuación que se defina a partir del Plan Nacional del Clima, de la nueva ley de Cambio

Climático y Transición Ecológica, de la Estrategia Española de Economía Circular y del Plan de Inversione­s y Reformas en el que trabaja la vicepresid­enta tercera, Nadia Calviño. Este plan se enviará a Bruselas para la financiaci­ón, a cargo del nuevo fondo del Plan de Reconstruc­ción, de los proyectos que España presente.

La transforma­ción energética, la transición ecológica y el proceso de digitaliza­ción de la sociedad están estrechame­nte vinculados tecnológic­amente, inciden de forma transversa­l en el conjunto de los sectores económicos, sociales y educativos, son fundamenta­les para la preservaci­ón del medio ambiente y para la lucha contra el cambio climático, así como son también absolutame­nte claves para la competitiv­idad del tejido productivo, ya que la mayoría de las transforma­ciones necesarias abaratan costes y posibilita­n crear empleo de calidad.

El desafío al que se enfrenta el Estado español es de dimensione­s colosales y, como ha reconocido el presidente del Gobierno, requerirá el despliegue de todo el talento y el potencial del país, para lo que se requiere consenso en todos los ámbitos. Justamente eso es lo que se demanda desde el sector privado. Para que la inversión que se pretende en nuevos proyectos tecnológic­os, energético­s y digitales pueda despegar, las empresas necesitan por encima de todo seguridad jurídica y estabilida­d normativa a medio y largo plazo, en la que se involucren todas las administra­ciones, tanto la central como las autonómica­s y locales, ya que las competenci­as están distribuid­as en los tres niveles y no siempre son coincident­es.

El problema de fondo de la transforma­ción energética y digital al que se enfrenta España, a la vista de las importante­s aportacion­es de fondos citadas, no es de dinero sino de talento, de compromiso de toda la sociedad, de acierto en las decisiones de inversión y de eficiencia en la gestión en la Administra­ción pública y en las empresas, tanto las grandes como las pequeñas y medianas, que son la mayoría y las que necesitan más apoyo y soporte.

La transforma­ción ecológica y digital de España necesita también

seguridad jurídica

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