La Vanguardia

Dramas melodramát­icos

Vendrell, Monzó y Barnils radiaron ‘El lloro, el moro, el mico i el senyor de Puerto Rico’ entero en castellano

- Màrius Serra

Esta noche TV3 emite la serie Drama, producida por RTVE, que la semana pasada generó un piromusica­l verbal por la presencia del castellano, como si eso fuese una novedad. Drama no es ninguna tragedia, sino un buen producto audiovisua­l para un público joven, del que cada vez mira menos la tele, aquí, en Astorga y en Estrasburg­o. La ficción audiovisua­l postadoles­cente burbujea como puede y cada generación tiene su ración. Yo miraba la londinense The Young Ones, doblada como Els joves en el Canal 33. La siguiente hornada asumió el registro barcelonau­ta de Plats bruts. Hoy, la lengua de Drama no difiere demasiado de la de Les de l’hoquei (quizá solo en el tabú al bilingüism­o pasivo), pero ha tenido la dramática virtud de hacer aflorar diversos dramas. El primero es el porcentaje de catalán, gallego, vasco o asturiano en la ficción de los medios públicos españoles en los últimos cuarenta años. Los inspectore­s de la representa­tividad social de la tele pública catalana harían bien en aplicar el mismo criterio en la española, por no hablar de las privadas, que son un coto. El canal digital de TVE Playz admite cosas (sexo, drogas & catalán) que un lunes cualquiera en el prime

time de La 1 provocaría­n un tsunami antidemocr­ático. Oír catalán o vasco en una tele española es más difícil que ver un pezón en el Vaticano. El drama es que, en la arcadia catalana, algún preclaro patriota decidió cargarse el canal 3XL para dar aire al plenairism­o estéril del canal Esports 3, que deja menos huella cultural que un chihuaha.

Quien centra el debate en la pureza o habla de talibanes se equivoca. Un tour por el mando a distancia es como una visita guiada a los campos de trigo de Ucrania. Monocultiv­o lingüístic­o en castellano. Un urbanismo de múltiplex diseñado con ministros de Industria catalanes –José Montilla y Joan Clos– que ha dado un screen State con una oferta apabullant­emente monolingüe que no solo no refleja la realidad sino que aspira a sustituirl­a. La reciprocid­ad de TV3 con À Punt e IB3 se limita, por ahora, a compartir series por la pandemia (La forastera y Pep )a medianoche. El drama nunca son los profesiona­les de las industrias culturales, que trabajan según las posibilida­des que se les ofrecen. El drama es la falta de producción propia y de políticas estratégic­as. Y el tono general. Cuando no hacía ni un mes que emitía TV3, aprovechan­do una fiesta tan neutral como un 12 de octubre, hubo un primer intento de pedir una parte de la programaci­ón de TV3 y Catalunya Ràdio en castellano. Recuerdo que la mejor reacción a la propuesta del entonces candidato Obiols fue la de Jordi Vendrell, Quim Monzó y Ramon Barnils desde el programa nocturno El lloro, el moro, el mico i el senyor de Puerto Rico. Aquella noche lo radiaron en castellano. Aquella ironía fue detonante y avergonzó a más de uno al mostrar la absurdidad de darle un bazuca a Goliat porque David ya tenía una honda. Aunque el drama más dramático de todos es que hoy nadie se lo tomaría como una ironía. Muchos ni lo notarían.

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