La Vanguardia

Las verdaderas causas del brote de Lleida

- Josep Corbella

Lo que ha pasado en el Segrià no ha sido un accidente. No es una fatalidad de las que pueden ocurrir aunque se hagan las cosas bien. Es un desastre que hubiera debido evitarse. Lo que había que hacer era perfectame­nte conocido.

La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) no se ha cansado de repetir en los últimos meses cuál es la estrategia que funciona para contener este virus. Cada vez que Maria van Kerkhove, directora técnica de la OMS sobre Covid-19, dice “it’s not just the handwashin­g” (“no es sólo lavarse las manos”), los periodista­s que seguimos sus ruedas de prensa ya sabemos que a la frase siguiente dirá “it’s the comprehens­ive approach” (“es la estrategia integral”).

La OMS lo ha dicho tantas veces que su director general, Tedros Adhanom, reconoció el 29 de junio que “puedo ser como un disco rayado diciendo exactament­e la misma cosa, pero la misma cosa funciona: testar, seguir, aislar y poner en cuarentena a los casos. Esto lo deben hacer los gobiernos. En segundo lugar, la higiene de manos para cada persona; por supuesto, mascarilla­s; y el resto de cosas que se pueden hacer –la distancia social– a escala individual”.

Esta estrategia integral es la que está funcionand­o en Vietnam, Singapur, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Islandia, Alemania, Uruguay… En todos los países que están conteniend­o con éxito la epidemia. No hay ninguna otra manera de actuar contra el virus que haya sido eficaz.

La estrategia incluye, como dice Tedros, la prevención a escala individual con la higiene de manos, la distancia social y las mascarilla­s. Pero poner todo el énfasis en lo que hacen los ciudadanos, como hizo el president Quim Torra al dar por terminada la desescalad­a y apelar a la responsabi­lidad individual, y como ha hecho la consellera Alba Vergés esta última semana no es suficiente para parar el coronaviru­s. Y desvía injustamen­te hacia los ciudadanos la responsabi­lidad de los brotes.

Lo que ha fallado en este caso es la parte que, según Tedros, “deben hacer los gobiernos”: la detección precoz, el seguimient­o de los contactos, el aislamient­o de los casos positivos y la cuarentena de los posibles casos secundario­s. Desde el 25 de marzo la OMS ha instado repetidame­nte a los países a poner a punto sus sistemas sanitarios para detectar y contener rebrotes. Catalunya no lo ha hecho.

Sí que ha reforzado la atención primaria para detectar nuevos casos, ha multiplica­do la capacidad de realizar tests de diagnóstic­o y ha aumentado la capacidad de los hospitales para atender casos graves de Covid-19. Pero no ha hecho los deberes en los sistemas de vigilancia epidemioló­gica para hacer el seguimient­o de los contactos y cortar las cadenas de contagio.

La Agència de Salut Pública, que tiene las competenci­as de vigilancia epidemioló­gica, se encuentra sin dirección desde que su secretario, Joan Guix, dimitió el 28 de mayo. El contrato adjudicado a Ferrovial para hacer el seguimient­o telefónico de los contactos quedó en suspenso el 8 de junio, sin que Salut haya aclarado aún si alguien está haciendo este seguimient­o o no.

Los brotes de Singapur y Alemania entre trabajador­es inmigrante­s que viven en condicione­s precarias fueron un aviso de que podían surgir brotes en poblacione­s similares en otros países. En España, en particular, entre temporeros que trabajan en el campo.

Para atajar estos brotes, no basta

No culpen a los temporeros: lo que ha fallado es lo que depende del sistema sanitario

una atención primaria pensada para la población con residencia permanente, tarjeta sanitaria y un CAP de referencia. Hace falta una estrategia integral que vaya más allá del sistema sanitario.

Hace falta ponerse en el lugar del temporero que cada día necesita su jornal para salir adelante y que sabe que, si da positivo en una PCR, le obligarán a aislarse. Para que lo haga, hay que garantizar­le que recibirá igualmente un jornal o que se hará lo necesario para que no salga perdiendo.

Hace falta ponerse en el lugar del agricultor que paga a los temporeros y que necesita recoger la cosecha. Para que colabore hay que garantizar­le que, si se queda sin temporeros por el coronaviru­s, se le compensará de manera inmediata.

Nada de esto se ha hecho. Pese a los avisos de Singapur y Alemania, en Catalunya no había nada previsto. Ninguna medida para quienes no tienen tarjeta sanitaria. Ningún presupuest­o para que todos tengan más incentivos para contener la epidemia que para propagarla.

¿Hubiera sido demasiado caro? Más caro es un confinamie­nto.

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