La Vanguardia

Alexandre de Riquer

- Oriol Pi de Cabanyes

Tal como Milton Glaser, el gran diseñador de Nueva York que acaba de morir, Alexandre de Riquer, dibujante y pintor, artista emblemátic­o de nuestro modernismo, respira el aire del movimiento Arts & Craft de William Morris, que conceptuab­a la creativida­d artística no disociada de la sabia manualidad de la artesanía. Imaginació­n en la mente, luz en los ojos y maña en la mano.

Morris, Riquer y Glaser sintetizan, cada uno a su manera, la imagen visual de un mundo cada vez más alejado de una naturaleza idealizada como paraíso perdido. Los tres participan de un mismo espíritu renovador de la tradición artística en que vienen a encontrars­e todas las corrientes de lo que podríamos llamar la modernidad evolutiva, no rupturista. La belleza es útil y la utilidad es bella, esta podría ser su divisa.

El diseño moderno, el concepto moderno del diseño, viene de esta tradición no iconoclast­a. Introducto­r en el país del cartel litográfic­o dibujado con fines publicitar­ios, Riquer fue el pionero en la introducci­ón aquí de la estética del prerafaeli­smo que había aprendido in vivo en Inglaterra. Era la suya una estética neomedieva­lizante (como el neogótico de Viollet-le-duc) que concebía el arte como una tarea que tiene mucho de sagrado.

Riquer trabajó mucho para socializar una imagen encantada del mundo, que bien debía correspond­erse a la idea que

Este año es el centenario de la muerte de Riquer, que ayudó a fijar el patrimonio visual del modernismo

debía tener de ella en su interior. Con menos énfasis y menos brillo que Rusiñol, que predicaba y practicaba el sacerdocio del artista, Riquer también defendió los valores ideales de la práctica artística en unos Escrits d´art (Edicions de la Universita­t de Barcelona) que ha reunido el profesor Eliseu Trenc, destacado especialis­ta de su obra.

Riquer fue un creativo publicitar­io antes de que prosperara esta curiosa denominaci­ón. Quería llegar al gran público. Su dibujo es de líneas muy finas, sin ángulos rectos, que recuerda la caligrafía persa, con arabescos orientaliz­antes. Con frisos para cada canto, ilustró el Canigó de Verdaguer (que es quien ofició su boda). Y es también el diseñador de la cabecera de Joventut!, la emblemátic­a revista del modernismo catalán.

También escritor, Alexandre de Riquer tiene unas deliciosas memorias de infancia, Quan jo era noi, que han sido reeditadas recienteme­nte por ediciones de L’albí al cuidado de J. M. Solà. Y un largo Poema del bosc que mereció los elogios de Frederic Mistral, reeditado por Adesiara al cuidado de Roger Miret. Y el libro de poemas Petons ahora editado por Trípode, al cuidado de María Planellas.

Nacido en 1856 en Calaf, donde le venera el coleccioni­sta Joan Graells, este año se conmemora el centenario de la muerte de Alexandre de Riquer. Dibujante y pintor, diseñador, decorador, crítico de arte, poeta y narrador, Alexandre de Riquer contribuyó muy poderosame­nte a fijar la estética de una época y a la creación de un patrimonio visual, el del modernismo, del que aún vive mucho la Barcelona post92.

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