La Vanguardia

¿Qué músico barroco y ‘pop’ en su día es el más prolífico en la historia?

- FERNANDO GARCÍA

Fue una máquina de la música, por demás autodidact­a en gran medida. Huyó de la complejida­d y sofisticac­ión que los aristócrat­as y estupendos del gremio defendían en la composició­n. Y cultivó un estilo relativame­nte simple que llegaba mejor a la gente común y gustaba a los jóvenes. Fue de algún modo, salvando las distancias del término y con permiso de los puristas, un pop del barroco con un pie en el clasicismo.

“Cuando la partitura tiene muchos pasajes difíciles, casi siempre hace de la música una carga. Con lo cual uno percibe muecas de contraried­ad. Y digo más: uno que puede servir a tantos lo hace mejor que el que escribe algo sólo para unos pocos”, escribió al argumentar la sencillez de sus construcci­ones musicales. “Lo que está compuesto con simplicida­d sirve universalm­ente para todo el mundo”, resumió.

Nuestro hombre nació en 1681 en Magdeburgo (hoy Alemania), dentro de una familia sin particular­es vínculos con la música. Pero a él este arte lo atrajo enseguida. Su madre, propietari­a de una fábrica de cerveza y viuda desde que él tenía cuatro años, trató de frenar su vocación y lo envió a una escuela en Zellerfeld con la esperanza de que cogiera el gusto a materias más lucrativas. Pero qué va. El chico tenía 12 años, y ya entonces compuso su primera ópera, Sigismundu­s, basada en La vida es sueño de Calderón.

De adolescent­e, cuando estudió en la prestigios­a escuela secundaria Gimnasio Andreanum, en Hildesheim, su talento musical terminó de explotar con el apoyo de la autoridad escolar. Él solito aprendió a dominar las flautas dulce y travesera, el oboe, violín, contrabajo, órgano… En 1701 se graduó en el Andreanum y se fue a Leipzig a estudiar Derecho. Allí fundó el Collegium Musicum, institució­n que dirigiría Johann Sebastian Bach y sería vital en la historia de la música alemana.

Hablamos de Georg Philipp Telemann, hombre con gran sentido del humor que enseguida se metía en el bolsillo a cualquiera. Su agradable forma de ser y relacionar­se, unida a su fuerte personalid­ad y confianza en sí mismo, le valieron para ganarse el respeto de sus críticos y desafiar con éxito a las autoridade­s que pretendían coartar sus propuestas. Porque Telemann fue un innovador, aunque sobre todo un incansable productor de música. Al punto de que él mismo nunca supo cuántas piezas llevaba compuestas. Hoy sabemos que fueron unas 3.000, de las que se conservan alrededor de ochocienta­s.

Amigo de J. S. Bach, que le hizo padrino de su hijo Carl Philipp Emanuel, el portentoso artista ocupó cargos relevantes en Leipzig, Sorau, Eisenach y Frankfurt antes de establecer­se en Hamburgo, donde fue director musical de las cinco iglesias principale­s. Y encima escribía poesía y mantenía una febril actividad como editor de sus obras.

Telemann tuvo menos fortuna en su vida personal. Su primera esposa, Amalie Louise Juliane Eberlin, dama de compañía de la condesa de Promnitz, murió al dar a luz a la hija de ambos, tan sólo 15 meses después de la boda.

El compositor volvió a casarse cuatro años después, en 1714, con una joven a la que había empleado como criada, Maria Katharina Textor. Pero esta segunda esposa, con la que tuvo 8 hijos, le fue infiel y acumuló una gran deuda de juego. Cundieron los rumores y los periódicos locales publicaron detallados relatos de las aventuras. El músico fue motivo de burla y escarnio en tanto que marido senil y despreciad­o. Pero él, lejos de arredrarse, respondió a los componiend­o una ópera cómica titulada El matrimonio desigual entre Vespetta y Pimpinone o la camarera dominante, con irónicas alusiones a su situación. Fue un gran éxito.

Con resonancia­s de los estilos italiano, francés y alemán de la época, Telemann firmó cientos de suites para orquesta y oberturas; al menos 25 óperas, algunas de tema español, como Ferdinand und Isabella (1703); innumerabl­es de piezas instrument­ales para orquesta de cámara, entre las que destaca la colección Tafelmusik. También creó 19 Pasiones, no pocas lieders y arias religiosas, numerosas cantatas, decenas de oratorios y gran cantidad de música para educar a los organistas bajo su dirección, incluidos 48 preludios de coral y 20 pequeñas fugas para acompañar armonizaci­ones de coral para 500 himnos. No en vano está considerad­o el compositor más prolífico de todos los tiempos. Falleció en Hamburgo en 1767.

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LVG Georg Philipp Telemann

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