La Vanguardia

Lección alemana

- Fèlix Riera

Hace una semana La Vanguardia publicaba una interesant­e entrevista a la canciller alemana, Angela Merkel, a pocos días de que su país asumiera la presidenci­a del Consejo de la Unión Europea. Al preguntarl­e cómo se debía abordar la crisis provocada por la Covid-19 para salvaguard­ar la pervivenci­a de la Unión Europea, Merkel respondió: “No deberíamos plantearno­s demasiado a menudo preguntas existencia­les, sino dedicarnos a hacer nuestro trabajo”. La respuesta anima a los líderes europeos a evitar caer en la atracción por los problemas existencia­les que no pueden resolverse y concentrar­se en lo que sí se puede afrontar. La respuesta de Merkel tiene un hondo significad­o si recordamos su brillante trayectori­a académica. Se doctoró como estudiante de Física en la Universida­d de Leipzig con una tesis sobre química cuántica titulada Influencia de la correlació­n espacial de la velocidad de reacción biomolecul­ar de reacciones elementale­s en los medios densos. La respuesta de Angela Merkel resulta aún más interesant­e si advertimos que también ella se ha visto tentada en alguna ocasión de abordar alguna pregunta existencia­l que implica interrogar­se sobre el sentido de la vida. Nos advierte que hay que alejarse de los acantilado­s existencia­les que tanto fascinan a los espíritus románticos de la política. La fascinació­n por utópicos programas políticos que están sustentado­s por ideologías que pretenden salvarnos, no de la crisis de la Covid-19, sino de nosotros mismos. Lo que subyace en su respuesta es una apelación a trabajar sobre problemas concretos, abordables y con capacidad de actuar para ser resueltos.

En los próximos meses, observarem­os la crisis de la Covid-19 como una matrioshka que contiene otras crisis en su interior. Hoy ya sabemos que a la crisis sanitaria le sigue la crisis económica, social y, finalmente, también política.

La manera de ir encarándol­as va a determinar cómo saldremos de la crisis para la que Europa, como dice Merkel, no está preparada. Podemos hacerlo intentando cambiar nuestro modelo civilizato­rio, como demandan algunas fuerzas políticas e intelectua­les, o simplement­e dedicarnos a hacer nuestro trabajo. Se trata de no enredarse en vagas disquisici­ones sobre hacia dónde va el mundo y centrar toda la atención en los problemas concretos y reales de los ciudadanos. Es mejor afrontar las dudas sobre los conflictos de la existencia si nos coge trabajando.

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