La Vanguardia

Deben explicar por qué

- Josep Miró i Ardèvol

El final del histórico periodo que ha limitado durante 99 días nuestros derechos constituci­onales exige examinar los resultados y conocer el porqué de estos. Es el mejor homenaje que podemos rendir a nuestros muertos y la principal garantía de futuro para los vivos.

Un solo hecho ejemplific­a el desastre: el 30 de enero, la OMS declaró la emergencia internacio­nal. Es la alerta máxima del Reglamento Sanitario Internacio­nal. Pero cuando el 4 de marzo se reunió el Consejo de Seguridad Nacional, la más alta instancia gubernamen­tal dedicada a protegerno­s, consideró que el riesgo era muy improbable, aunque en Italia ya habían cerrado las escuelas.

La única forma de evitar que se repitan estos grandes errores es analizar en sede parlamenta­ria, presentánd­olo al escrutinio público, por qué se cometieron. Si no se hace así, ¿para qué sirve un Parlamento? Es una exigencia en beneficio de nuestra seguridad y de la democracia parlamenta­ria.

Porque los datos sobre España son catastrófi­cos. 1) Una mortalidad superior al 1%, de las más elevadas del mundo, a pesar de que las cifras oficiales subvaloran las reales, como ha asumido el propio doctor Simón. 2) De los primeros en muertos en residencia­s, el 69,9% en relación con el total oficial de difuntos, según los datos publicados por este periódico. Cerca del 50% si se compara con la cifra más probable de defuncione­s. 3) El abandono radical de la gente mayor. Es incuestion­able la práctica del cribaje en el acceso a los hospitales y las UCI por razones de edad. Pero lo peor es que el mando único del estado de alarma olvidó que existían 2.000 camas de UCI libres en el pico de la epidemia, aportadas por la Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE), que no fueron utilizadas, mientras que el tren medicaliza­do para este tipo de traslados ni tan siquiera funcionó. La huella es terrible: por primera vez en la historia 45.000 pensionist­as han desapareci­do de golpe de la Seguridad Social. 4) De los primeros, junto con el Reino Unido, en número de muertos en proporción a la población (Bélgica, teóricamen­te el primero, incorpora los casos sospechoso­s, cosa que España no hace). 5) También de los primeros por el número de médicos y sanitarios contagiado­s. 6) El país, a excepción de China, con el mayor periodo de restriccio­nes severas, y el que mayor impacto económico negativo ha registrado por esta causa en el segundo trimestre. 7) Un Congreso congelado. La limitación de garantías constituci­onales debía llevar aparejada como caución una mayor vigilancia por parte del legislativ­o. Ha sido todo lo contrario. Se congeló toda actividad hasta medianos de abril. 8) El Estado que presenta peores perspectiv­as para este año y el próximo, en términos combinados de caída del crecimient­o económico, y aumento del paro. Nuestra recuperaci­ón, en el mejor de los casos, no llegará hasta finales del 2022 (Airef); posiblemen­te más allá para el empleo. Necesitamo­s más de medio billón (con b) de euros para financiar este año y el próximo. 9) Una de las economías con menores estímulos gubernamen­tales destinados a la recuperaci­ón económica, en términos de impulso fiscal, aplazamien­to de pagos al Estado, créditos y avales (Bruegel Datasets dixit). 10) Han enviado a los funcionari­os a trabajar a casa sin medios para hacerlo. El resultado va desde el colapso en el pago de los ERTE hasta la parálisis de la administra­ción de justicia, porque la gran mayoría de los puestos de trabajo solo están preparados para ser presencial­es. Incluso Portugal con su Plano de Redução e Melhoria da Administra­ção Central (Premac) ha hecho mucho más que España.

La consecuenc­ia de todos estos males se refleja en la opinión de los ciudadanos. Según la encuesta liderada por el European Council Foreign Relations en ocho países de Europa, publicada por La Vanguardia el 24 junio, España encabeza junto con Francia la peor calificaci­ón de su Gobierno. Incluso en Italia tienen una opinión mejor.

El preeminent­e historiado­r Niall Ferguson afirmaba: “Nuestros gobiernos disponían de medios para lidiar con esta emergencia y es deshonesto pretextar que era imposible hacerlo mejor”. Pues bien, en este contexto el que peor lo ha hecho, porque suma todo lo negativo, es el que dirige Pedro Sánchez. Y es que un Estado puede ver sufrir su economía porque ha sido estricto en el confinamie­nto y en la protección de su población, caso de China, o bien jugar al riesgo de un mayor relajamien­to para atenuar el colapso económico, como Suecia. Pero no se entiende, como sucede con España, que se dé simultánea­mente todo lo malo de ambas situacione­s.

Por eso es tan grave huir de los graves errores cometidos escudándos­e en el mal talante de la oposición, o dejar ad calendas graecas el saber por qué todo ha ido tan mal. Es colaborar con el desastre por motivos espurios.

Algo muy grave no ha funcionado y no funciona y, como el bicho maligno, sigue ahí; es necesario saber el porqué de tanto desastre.

El Gobierno que peor lo ha hecho, porque suma todo lo negativo, es el que

dirige Pedro Sánchez

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JOSE MARIA CUADRADO / EFE
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