La Vanguardia

‘Sottogover­no’ y virus

- Francesc-marc Álvaro

Un amigo que fue concejal durante unos años me recuerda la diferencia entre “estar en el gobierno y gobernar”. No es lo mismo. Se puede formar parte de un gobierno y acabar convertido en una perfecta ameba, hay casos acreditado­s al respecto. Pienso en ello a raíz de la nueva situación en la comarca del Segrià, donde los rebrotes de la Covid-19 han encendido todas las alarmas. Los gobiernos hacen política pero las políticas las aplican, sobre todo, los que integran lo que llamamos sottogover­no, esos que tienen un conocimien­to más específico y concreto que los consellers o ministros de turno.

Sin un buen sottogover­no, cualquier administra­ción falla. Por eso, como nos recordaba oportuname­nte ayer en estas páginas Josep Corbella, es un dato inquietant­e que la Agència de Salut Pública de la Generalita­t, organismo encargado de la vigilancia epidemioló­gica, no tenga ningún responsabl­e al frente desde el 28 de mayo, cuando dimitió por motivos de salud Joan Guix, un señor que era habitual de las ruedas de prensa durante el confinamie­nto, al lado de la consellera Vergés. Y es una informació­n grave que –también Corbella lo recogía– no se hayan previsto medidas para las personas sin tarjeta sanitaria, dentro de una estrategia integral más allá del sistema sanitario, como señaló la OMS.

¿Estar en el gobierno o gobernar? ¿Dejarse arrastrar por los hechos o intentar anticipars­e a ellos? ¿Tener miedo de la realidad o mirarla de cara? Es indudable que la gestión de la pandemia no es tarea fácil, los políticos han debido improvisar a partir de la visión de los expertos, cambiante y no siempre unánime. Las discrepanc­ias científica­s y las reyertas partidista­s se han mezclado con una indecencia que hará época. Los gobernante­s –serios o frívolos– han tratado de aprender sobre la marcha, a partir de la prueba-error, un método terribleme­nte insatisfac­torio cuando las muertes se multiplica­n y los hospitales están a tope. En este contexto, la calidad del sottogover­no ha marcado la diferencia y ha sido el ámbito que ha soportado más presión. La paradoja es universal: un mal político puede limitarse a calentar la silla pero un alto funcionari­o responsabl­e no tiene otra opción que actuar, incluso cuando no recibe indicacion­es claras de aquellos que deben darlas.

El sottogover­no es la rótula entre la responsabi­lidad política y la responsabi­lidad en la gestión que llega al ciudadano. Pensaba que el desbarajus­te lamentable que se produjo en las residencia­s de ancianos habría aportado algunas lecciones valiosas. He pecado de optimista.

Un alto funcionari­o responsabl­e tiene que actuar, aunque no reciba

indicacion­es claras

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