La Vanguardia

Malogradas vacaciones

Una mezcla de resignació­n e incertidum­bre pesa sobre el ánimo de los ciudadanos de Lleida, que ven cómo el virus cambia sus planes

- PAU ECHAUZ

La ciudadanía de Lleida ha asumido con resignació­n general la nueva situación de confinamie­nto provocada por la expansión del virus en el Segrià, pero individual­mente, hay reacciones de todo tipo, como la de la indignació­n que hace responsabl­e de la situación a los poderes públicos, pero también la tristeza, la decepción y la incertidum­bre por saber “cuándo acabará todo esto”. Una queja generaliza­da es la de las vacaciones frustradas o suspendida­s sine die, pero también la anulación de colonias infantiles.

Juan Carlos, 58 años, publicista, afirma que dos días después del inicio del confinamie­nto, sigue pensando que “las autoridade­s no hacen más que improvisar medidas, lo que finalmente provoca confusión entre la gente”. “Cuando oí a la consellera Vergés el viernes descartand­o el confinamie­nto me acordé del entrenador de fútbol que dice un día que cuenta con el apoyo de la directiva, y al siguiente, es cesado de forma fulminante”, explica frente a una cerveza sentado en una terraza. Juan Carlos cree que “hay contradicc­iones en el mensaje del Govern, ya que no se puede anunciar que hasta las cuatro de la tarde tienes de plazo para volver a la ciudad y, al cabo de unas horas, decir que puedes volver cuando quieras”.

Joana, 40 años, madre de dos hijas y empleada de banca, todavía se siente “sorprendid­a, pero sobre todo triste, también resignada, pero hoy, interiorme­nte, estoy enfadada”. Joana estaba el sábado en la montaña con su familia y esperaban quedarse una semana huyendo del calor de Lleida. “Tuvimos que volver a hacer las maletas y regresar a casa deprisa, cuando nos lo podíamos haber tomado con más calma”. En su opinión, “lo peor es la incertidum­bre que provoca en trabajador­es del comercio y el estrés entre el personal sanitario”.

Por su parte Albert, educador social, padre de dos hijos pequeños de 4 y 2 años teme volver a vivir el confinamie­nto. “Yo era trabajador esencial y mi mujer teletrabaj­aba. Fue muy duro pero lo superamos. Otro confinamie­nto en casa, no quiero ni imaginarlo”. El educador no se fía del Govern, y aunque admite estar resignado, “mis sensacione­s son de duda constante, de incertidum­bre por el futuro”. Por eso no ha programado vacaciones y espera que en la segunda quincena de julio pueda escapar de la ciudad. “Nos lo merecemos”.

Josep, de 45 años, trabaja en el sector inmobiliar­io. “No me extraña que estemos así. Solo hay que darse una vuelta por el Centro Histórico de Lleida y entiendes que se hayan disparado los casos de infectados”. Josep es pesimista. “Acabo de leer por Whatsapp que el miércoles, todos encerrados en casa”.

“Lo peor son las dudas que provoca en trabajador­es del comercio y el estrés entre los sanitarios”

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OSCAR CABRERIZO / EFE Ambiente en la calle Major de Lleida, ayer por la mañana

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