Exponente del teatro de posguerra
CARME CONTRERAS (1932-2020) Actriz
Retirada hace un tiempo de la interpretación, nos ha dejado Carme Contreras, actriz de teatro, cine, televisión y doblaje. Se ha ido con la discreción y elegancia que siempre la caracterizaron. Ejerció todas las facetas de su profesión con gran solvencia y brillantez. Y por largo tiempo. Su característica voz profunda y de matices roncos le confería una gran personalidad y sus personajes siempre dejaban traslucir la humanidad de la persona que se hallaba detrás de las criaturas que interpretaba.
Se ha ido a los 87 años, y ya quedan pocos exponentes de aquella generación formidable sobre la que algún día habrá que volver, que allá por la posguerra decidió trabajar en su ciudad y, preferentemente, en su lengua natal. Más tarde llegarían los compromisos ideológicos y de lenguajes escénicos, pero durante parte de los años cuarenta, cincuenta y principios de los sesenta aquella gente brava se empeñó en vivir de su profesión –aunque fuera acompañado a veces de otra dedicación complementaria que asegurase la estabilidad– y, como he expresado más arriba, en su ciudad y mayormente en catalán. Así nació la mítica Companyia Maragall,en un intento espléndido de normalizar el teatro catalán, compañía abierta por la que pasaron multitud de actrices y actores que junto a otros elencos y personalidades mantuvieron viva la llama de nuestro teatro. La mayoría de ellos pueblan mi infancia y mi adolescencia y por los que he sentido siempre una gran admiración y un profundo respeto. Ellos y ellas diría que, de algún modo, forman parte de mi familia y de mi historia. Crecí con ellos y rodeado de ellos.
Carme, junto a su marido Carles Lloret, formaron una pareja emblemática del teatro catalán durante más de cinco décadas. Y siempre estuvieron ahí, al pie del cañón, en todas las circunstancias, por adversas que fueran, siempre buscando, siempre reinventándose. Fue admirable cómo toda esa generación se adaptó a los nuevos tiempos de las asambleas, de los grupos independientes y de otra manera de entender el hecho teatral. Y es que todos eran verdaderos actores y actrices vocacionales. Les digo, un orgullo para los que vinimos después, y les confirmo: eran comediantes de primera, labrados en mil experiencias y circunstancias, casi siempre nada fáciles. Así se forjaron una piel dura, sensible, pragmática y enamorada de su oficio.
En el 2001 dirigí el musical Full
Monty en el teatro Novedades y pude convencer a la Contreras para que cantara y bailara –ella tenía formación de danza y su hija, su sobrina y su hermana se han dedicado a ello– y lo hizo maravillosamente bien, en un papel que bordaba y que había estrenado en Broadway la mítica Betty Friedman. Carme consiguió meterse al público en el bolsillo desde la primera función.
La televisión le permitió entrar
Su característica voz profunda y de matices roncos confería una gran personalidad a sus personajes
en los hogares y ser querida por las familias y su faceta de dobladora no fue la menor de sus habilidades. Y con todo y por encima de todo era una compañera fantástica que se hacía querer. Mantuve con ella una amistad entrañable desde siempre y hoy ,los que la hemos querido, estamos tristes. Realmente tristes.
Descansa, actúa, canta y baila allá donde te lleven los vientos de la otra orilla. No te olvidaremos.