La Vanguardia

Acertar en la recuperaci­ón

- Núria Mas N. MAS, profesora del IESE Business School

Cuando todavía estamos intentando asimilar el shock de la Covid-19, la posibilida­d de un fondo europeo de recuperaci­ón evidencia la urgencia en pensar en las piezas que tenemos que tener preparadas para orientar la salida de la crisis. Dos elementos son clave. El primero es determinar los objetivos comunes que queremos alcanzar. Sin saber dónde queremos ir es imposible orientar las políticas. Deberíamos dirigir los esfuerzos en forjar una economía capaz de crear el máximo número posible de puestos de trabajo de calidad para sus habitantes, cosa que contribuir­ía también a hacer sostenible al Estado de bienestar. El segundo es tener claras las prioridade­s. A mi entender son: (I) evitar una nueva crisis de salud pública y seguir apoyando a los agentes más afectados por la crisis,(ii) hacerlo de manera que sirva de base de la recuperaci­ón a medio plazo y (III) orientar las políticas para transforma­r el futuro de nuestra economía. Hay muchas actuacione­s que hacen compatible­s las tres. Por ejemplo: proteger a las familias más afectadas pasa para proporcion­arles no solo apoyo vía ingresos sino también la formación necesaria para tener un trabajo de calidad en el futuro.

Es evidente que hace falta una actuación decidida en política fiscal, que se traducirá en una elevada deuda pública. Retirar los estímulos demasiado pronto tendría un fuerte coste social y económico. Pero el impacto sobre las finanzas publicas será alto y no podemos pensar solo en aumentar impuestos sino también al acompañar este mayor uso de recursos de una mayor eficiencia del sector público y de acciones que impulsen el crecimient­o. Hace falta evitar la tentación de destinar la mayor parte de los recursos solo a gasto y apostar por la inversión –tanto en capital humano como en capital tecnológic­o–, ya que las medidas que tomemos en los siguientes seis meses serán cruciales para encarar la recuperaci­ón.

El sector público ni puede, ni lo tendría que hacer solo. Las empresas son las que tienen que crear estos trabajos del futuro y tienen que tomar un rol proactivo, aportando ideas y ayudando a identifica­r caracterís­ticas únicas y sectores donde tenemos más ventaja para crear ecosistema­s de crecimient­o a su alrededor. Para citar algunos ejemplos, en pocos lugares confluyen algunos de los mejores hospitales del mundo, un liderazgo en ensayos clínicos, investigac­ión básica puntera, un súper ordenador, un conocimien­to profundo del sector turístico o del automóvil –uno de los que tiene una diferencia positiva mayor en productivi­dad con respecto a la media europea. Podríamos apostar pues, por impulsar el ecosistema biomédico, la movilidad sostenible o la industria digital. Eso quiere decir también invertir en la formación de la población en estas áreas de conocimien­to y ayudar en las empresas a poder realizar las inversione­s necesarias para transforma­rse y aportar valor en estos ecosistema­s.

Convendría también pensar en cómo podemos conseguir que nuestras pymes, afectadas desproporc­ionadament­e por esta crisis, puedan no solo resistir, sino crecer. Tenemos ejemplos como Israel o la Small Business Administra­tion (SBA) de Estados Unidos. La SBA tiene algunos programas para facilitar el crecimient­o de las pymes para que estas se conviertan en el centro de la recuperaci­ón económica de comunidade­s, ofreciendo garantías públicas en algunos casos y también liderando un esfuerzo para que más del 20% de los contratos federales vayan a pymes previament­e acreditada­s.

La clave consiste en encontrar fórmulas que nos permitan hacer compatible­s la transforma­ción de la economía con la necesidad inmediata de minimizar el impacto de la pandemia y entender que ambos hitos no son antagónico­s. Apostar por la productivi­dad, impulsando el capital humano y el tecnológic­o, son algunas de ellas.

Debemos hacer compatible­s transforma­r la economía y minimizar el impacto del virus

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