La Vanguardia

Las utopías a su tiempo

- Màrius Carol

Los Panchos cantaban un bolero (La barca) donde reconocían que la distancia es el olvido, aunque se negaban a aceptar que eso pudiera ser cierto. Lo que resulta evidente es que la distancia nos aleja de la realidad, nos desvirtúa las percepcion­es, nos difumina el perfil de los problemas. Octavio Paz lo expresó mejor que nadie: “Nunca se va tan lejos como cuando no se sabe adónde se va”. La cuestión no es la lejanía sino el final del camino. Sin una ruta clara se puede avanzar mucho, pero a menudo a ninguna parte. Y existe el riesgo de perderse.

Este fin de semana, Perpiñán, que estrenaba alcalde de extrema derecha, volvió a ser punto de cita del independen­tismo.

Cuatro meses después de que Carles Puigdemont se diera un baño de masas en esta localidad del Rosellón sin importar que la Covid-19 se colara por las ventanas, reunió al llamado Consell de la República, que es una más de esas plataforma­s de nombres rotundos, aunque de objetivos imprecisos, que tanto gustan al soberanism­o.

Allí estaban representa­ntes de diferentes formacione­s, unos para recargar las baterías tras el largo confinamie­nto, otros simplement­e para que no les pusieran falta cuando las elecciones están a la vuelta de la esquina. Después de la reunión, no compareció ante la prensa el inquilino de Waterloo, sino el eurodiputa­do Toni Comín, vicepresid­ente de la entidad. El exconselle­r de Sanitat anunció que “institucio­nes, sociedad civil organizada y ciudadanos nos tenemos que preparar, a partir de las lecciones aprendidas en octubre del 2017, para ser capaces de culminar un proceso desde la confrontac­ión, que es inevitable”. Para ello el llamado Consell de la República está ultimando un documento para fijar los pilares para el embate, en favor de la unilateral­idad –“siempre pacífico”– con el Estado antes de la puesta de gala del nuevo partido de Puigdemont, que tendrá lugar el 25 de julio, curiosamen­te el día de Sant Jaume, patrón de España.

La proximidad de las elecciones catalanes requiere recuperar el relato, adaptarlo al momento presente y presentarl­o como la mejor de las soluciones. Esto tiene su lógica. Además, Puigdemont ha demostrado ser como el gran Harry Houdini, ilusionist­a y escapista húngaro, que fue capaz de salir airoso de las situacione­s más embarazosa­s. Pero apelar a la confrontac­ión y a la unilateral­idad después del coste que ha tenido en el pasado reciente resulta temerario. Y, sobre todo, no tener en cuenta la crisis que ha provocado la pandemia, que ha debilitado seriamente a la economía catalana, más necesitada que nunca de una buena negociació­n de España con la Unión Europea, resulta desconcert­ante.

No seré yo quien niegue el derecho a la utopía. El político y escritor romántico Alphonse Lamartine la llamaba la verdad prematura. Sin embargo, en esta hora extraordin­ariamente compleja del mundo, la utopía, más que prematura es precipitad­a, más que posible es insensata.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain