Los estudiantes extranjeros deberán irse de EE.UU. si siguen clases online
La Casa Blanca critica a las universidades por no garantizar cursos presenciales
Cientos de miles de estudiantes internacionales matriculados en universidades de Estados Unidos se enfrentan desde ayer a un dura elección, abandonar el país en el que eligieron ampliar sus estudios o buscarse otro centro que, en plena pandemia, les garantice que sí dará clases presenciales.
La Administración Trump comunicó anteanoche que no piensa prolongar la excepción adoptada en primavera para permitir a los estudiantes con visados de tipo F-1 y M-1 terminar el curso aunque sus instituciones educativas hubieran cerrado las puertas y optaran, por seguridad, por la enseñanza a distancia. De cara al nuevo curso, los estudiantes que se matriculen en universidades que solo ofrecen por ahora cursos online perderán el derecho a estar en Estados Unidos. Si no abandonan el país a tiempo, se arriesgan a ser deportados.
“Los estudiantes actuales que ya están en EE.UU. matriculados en ese tipo de programas deben abandonar el país o tomar medidas como pasarse a una escuela que ofrezca instrucción en persona para mantener un estatus legal”, advierte la última circular sobre el Programa de Intercambio de Visitantes publicada por el Departamento de Inmigración y Control de Aduanas. “De lo contrario, se enfrentarán a consecuencias migratorias que incluyen, aunque no solamente, el comienzo de procesos de expulsión”. Los cambios legales se harán efectivos en breve, señalan.
En el curso 2018-2019 había alrededor de un millón de estudiantes extranjeros matriculados en universidades de EE.UU., la mayoría procedentes de China e India. La cifra es muy inferior a la de los años previos a la llegada de Trump a la Casa Blanca: el año pasado solo se concedieron 400.000 nuevos visados, un 40% menos que el año anterior, un declive que se explica no solo por la aplicación de políticas más estrictas sino por un menor deseo de estudiar en el país. Los alumnos extranjeros son una fuente importante de ingresos para los centros y, en total, aportaron 45.000 millones de dólares a la economía estadounidense en el 2018, según el Departamento
de Comercio.
Aunque la medida forma parte de un plan más amplio por el que Trump ha cerrado las fronteras del país tanto a trabajadores en posesión de visados como al asilo bajo el argumento de la pandemia, la noticia ha pillado por sorpresa a las universidades y a los propios estudiantes, que confiaban en que en las actuales circunstancias el Gobierno les permitiera seguir en el país aunque no esté claro cómo discurrirá el próximo curso. A pesar del complicado momento epidemiológico actual, con más contagios de coronavirus que nunca en EE.UU., la Casa Blanca no comparte las precauciones de los centros educativos, que en su mayoría están anunciando que solo darán por ahora clases online. “Las escuelas deben reabrir”, ha tuiteado en mayúsculas Trump, que sostiene que todo es una conspiración de las universidades con los demócratas para perjudicar sus posibilidades de reelección.
La oposición calificó de cruel e innecesaria la medida. El American Council on Education, el organismo que representa a los rectores de las universidades, considera “horribles” las nuevas normas y advierte que provocarán una gran confusión al comienzo del nuevo curso. Uno de los cientos de miles de estudiantes afectados por la medida es Marc Ibáñez, de 25 años, matriculado en un máster en Yale con una beca de la Fundació La Caixa. Volvió a Barcelona
en abril, tras el cierre de su universidad, y ya esperaba tener que pasar 15 días en algún país tercero para sortear las restricciones de viaje a los pasajeros de la zona Schengen. Con lo que no contaba es con que el próximo curso quizás no pueda seguirlo desde Estados Unidos. Yale, como otras universidades, ha anunciado que de momento piensa seguir un programa híbrido, con clases online y presenciales.
“Mi intención es volver, pero la cuestión es cómo y por cuánto tiempo”, explica este licenciado en Economía por la Universitat de Barcelona. “Estados Unidos ha cambiado mucho en los últimos años”, recuerda Ibáñez, que ya vivó en el país en el 2015 gracias a un programa de intercambios. “No recuerdo tanta polarización como hoy. Me produce mucha tristeza ver cómo el país se está cerrando sobre sí mismo, un país que ha basado su progreso en la inmigración “, lamenta mientras se pregunta cuándo podrá volver a su casa en New Haven, de donde se fue con una maleta.
EL NEGOCIO DE LA EDUCACIÓN
Los estudiantes internacionales aportan 45.000 millones a la economía de EE.UU.
EL PAIS DE LOS INMIGRANTES
Ibáñez, becario de la Caixa: “Me produce tristeza ver cómo el país se cierra sobre sí”