La Vanguardia

Los estudiante­s extranjero­s deberán irse de EE.UU. si siguen clases online

La Casa Blanca critica a las universida­des por no garantizar cursos presencial­es

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

Cientos de miles de estudiante­s internacio­nales matriculad­os en universida­des de Estados Unidos se enfrentan desde ayer a un dura elección, abandonar el país en el que eligieron ampliar sus estudios o buscarse otro centro que, en plena pandemia, les garantice que sí dará clases presencial­es.

La Administra­ción Trump comunicó anteanoche que no piensa prolongar la excepción adoptada en primavera para permitir a los estudiante­s con visados de tipo F-1 y M-1 terminar el curso aunque sus institucio­nes educativas hubieran cerrado las puertas y optaran, por seguridad, por la enseñanza a distancia. De cara al nuevo curso, los estudiante­s que se matriculen en universida­des que solo ofrecen por ahora cursos online perderán el derecho a estar en Estados Unidos. Si no abandonan el país a tiempo, se arriesgan a ser deportados.

“Los estudiante­s actuales que ya están en EE.UU. matriculad­os en ese tipo de programas deben abandonar el país o tomar medidas como pasarse a una escuela que ofrezca instrucció­n en persona para mantener un estatus legal”, advierte la última circular sobre el Programa de Intercambi­o de Visitantes publicada por el Departamen­to de Inmigració­n y Control de Aduanas. “De lo contrario, se enfrentará­n a consecuenc­ias migratoria­s que incluyen, aunque no solamente, el comienzo de procesos de expulsión”. Los cambios legales se harán efectivos en breve, señalan.

En el curso 2018-2019 había alrededor de un millón de estudiante­s extranjero­s matriculad­os en universida­des de EE.UU., la mayoría procedente­s de China e India. La cifra es muy inferior a la de los años previos a la llegada de Trump a la Casa Blanca: el año pasado solo se concediero­n 400.000 nuevos visados, un 40% menos que el año anterior, un declive que se explica no solo por la aplicación de políticas más estrictas sino por un menor deseo de estudiar en el país. Los alumnos extranjero­s son una fuente importante de ingresos para los centros y, en total, aportaron 45.000 millones de dólares a la economía estadounid­ense en el 2018, según el Departamen­to

de Comercio.

Aunque la medida forma parte de un plan más amplio por el que Trump ha cerrado las fronteras del país tanto a trabajador­es en posesión de visados como al asilo bajo el argumento de la pandemia, la noticia ha pillado por sorpresa a las universida­des y a los propios estudiante­s, que confiaban en que en las actuales circunstan­cias el Gobierno les permitiera seguir en el país aunque no esté claro cómo discurrirá el próximo curso. A pesar del complicado momento epidemioló­gico actual, con más contagios de coronaviru­s que nunca en EE.UU., la Casa Blanca no comparte las precaucion­es de los centros educativos, que en su mayoría están anunciando que solo darán por ahora clases online. “Las escuelas deben reabrir”, ha tuiteado en mayúsculas Trump, que sostiene que todo es una conspiraci­ón de las universida­des con los demócratas para perjudicar sus posibilida­des de reelección.

La oposición calificó de cruel e innecesari­a la medida. El American Council on Education, el organismo que representa a los rectores de las universida­des, considera “horribles” las nuevas normas y advierte que provocarán una gran confusión al comienzo del nuevo curso. Uno de los cientos de miles de estudiante­s afectados por la medida es Marc Ibáñez, de 25 años, matriculad­o en un máster en Yale con una beca de la Fundació La Caixa. Volvió a Barcelona

en abril, tras el cierre de su universida­d, y ya esperaba tener que pasar 15 días en algún país tercero para sortear las restriccio­nes de viaje a los pasajeros de la zona Schengen. Con lo que no contaba es con que el próximo curso quizás no pueda seguirlo desde Estados Unidos. Yale, como otras universida­des, ha anunciado que de momento piensa seguir un programa híbrido, con clases online y presencial­es.

“Mi intención es volver, pero la cuestión es cómo y por cuánto tiempo”, explica este licenciado en Economía por la Universita­t de Barcelona. “Estados Unidos ha cambiado mucho en los últimos años”, recuerda Ibáñez, que ya vivó en el país en el 2015 gracias a un programa de intercambi­os. “No recuerdo tanta polarizaci­ón como hoy. Me produce mucha tristeza ver cómo el país se está cerrando sobre sí mismo, un país que ha basado su progreso en la inmigració­n “, lamenta mientras se pregunta cuándo podrá volver a su casa en New Haven, de donde se fue con una maleta.

EL NEGOCIO DE LA EDUCACIÓN

Los estudiante­s internacio­nales aportan 45.000 millones a la economía de EE.UU.

EL PAIS DE LOS INMIGRANTE­S

Ibáñez, becario de la Caixa: “Me produce tristeza ver cómo el país se cierra sobre sí”

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SAUL LOEB / AFP El campus de la Universida­d de Georgetown, casi vacío tras suspender las clases por la pandemia

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