Australia confina seis semanas a los 5 millones de habitantes de Melbourne
Aumenta la preocupación en el estado australiano de Victoria por el nuevo brote de coronavirus. Tras anunciar el lunes el cierre de la frontera con Nueva Gales del Sur, ayer se volvieron a imponer medidas de confinamiento en Melbourne, la segunda ciudad más grande de Australia. Sus habitantes, casi cinco millones de personas, deberán recluirse de nuevo en sus casas durante las próximas seis semanas, salvo aquellos que trabajan en actividades esenciales.
La decisión fue anunciada pocas horas antes de que la concurrida frontera entre Victoria, de la que Melbourne es la capital, y Nueva
Gales del Sur se cerrara por primera vez en un siglo. Fue en 1919 y el motivo fue otra pandemia, la de la gripe española.
A partir de la medianoche de este miércoles, todos los habitantes de Melbourne deberán permanecer en sus casas, a menos que se desplacen para ir al trabajo, para estudiar, comprar comida o asistir a citas médicas. Los restaurantes, cafeterías y bares podrán ofrecer solo servicio de comida para llevar, los gimnasios y las peluquerías cerrarán, las reuniones familiares se limitarán a dos personas y se prolongarán las actuales vacaciones escolares.
El primer ministro de Victoria, Daniel Andrews, aseguró que las restricciones eran molestas pero necesarias. “Con el mayor de los respetos, diría que contraer este virus y morir por él es muy molesto también”, dijo.
El martes, Victoria fue responsable de 191 de los 199 nuevos casos registrados a nivel nacional, el mayor aumento diario desde principios de abril. El pico ha preocupado a las autoridades, aunque el total de casi 8.800 casos y 106 muertes está muy por debajo del de muchos países.
“Tenemos que tener claro que esto no ha terminado”, dijo Andrews. “Y fingir que haya terminado porque todos queremos que termine no es la respuesta. Es, de hecho, parte del problema”, afirmó el premier. Durante el fin de semana, Andrews restableció estrictas órdenes de distanciamiento social en más de 30 barrios de la periferia de Melbourne y puso nueve torres de viviendas públicas en confinamiento total.
La medianoche del martes, cientos de agentes de policía y soldados se desplegaron para hacer cumplir el cierre de la frontera de Victoria con Nueva Gales del Sur. Las personas que sean sorprendidas cruzando la frontera sin permiso se enfrentarán a penas que pueden llegar a una multa de 6.800 euros y seis meses de prisión.
El cierre de la frontera y la reintroducción del confinamiento en Melbourne suponen un mazazo a las esperanzas de Australia de una rápida recuperación en una economía que roza su primera recesión en casi tres decenios debido a las restricciones impuestas para luchar contra el virus.