La Vanguardia

¿Qué misteriosa mujer posó para ‘El origen del mundo’ de Courbet?

- TERESA SESÉ

Todo comienza una tarde de 1866. Khalil Bey, diplomátic­o turco destinado en París y amante del arte erótico, oye hablar de Venus persiguien­do a Psique, un cuadro de Gustave Courbet juzgado inmoral e indecente en el Salón de París. La descripció­n de la escena de dos mujeres desnudas compartien­do un mismo lecho inflama su imaginació­n y decide comprarlo. Pero cuando llega al taller del pintor, alguien se le ha adelantado. Entonces le pide una copia. “Le haré una continuaci­ón”, le responde Courbet, que pintará para él El sueño,y completará el lote con el audaz y perturbado­r retrato de una mujer privada de identidad, su sexo vivo y poderoso encuadrado en un primer plano.

El origen del mundo es hoy una de las pinturas más célebres del mundo, pero su primer aposento fue el cuarto de baño de Khalil Bey, quien lo disimuló tras un telón verde que levantaba parsimonio­samente ante sus invitados como si se tratara de las enaguas de una mujer. De hecho, fue un cuadro secreto durante más de cien años. El anticuario La Narde y el galerista Bernheim Jeune lo camuflaron tras un idílico paisaje nevado. Y Jacques Lacan, su propietari­o desde 1953, encargó a André Masson otro cuadro de igual formato para cubrirlo. El psicoanali­sta disfruta observando las reacciones de Picasso, Dora Maar, Marguerite Duras, Marcel Duchamp, Claude Lévi-strauss...

El origen del mundo no abandonó su condición clandestin­a hasta 1995, cuando salió a la luz en las salas del Museo d’orsay, y desde entonces los historiado­res han ido de cráneo por ponerle cara a la misteriosa mujer que posó para uno de los desnudos más escandalos­os de la historia. Durante años se pensó que era Joanna Hiffernan, modelo y amante del pintor estadounid­ense Whistler y probableme­nte también de Courbet, para quien al parecer posó en El sueño, el cuadro que pintó para el diplomátic­o turco. Pero hay un problema. Su cabello pelirrojo no coincide con el vello púbico del desnudo de Courbet.

Tampoco resulta descartabl­e que se inspirara en una de las muchas fotos pornográfi­cas de Auguste Belloc que circulaban en la época, y que Courbet sin duda conocía. Pero el reputado historiado­r francés Claude Schopp parece haber resuelto el acertijo gracias a una carta de Alejandro Dumas hijo a George Sand en la que éste desliza

su nombre. Según relata en L’origine du monde, vie du modèle (Phébus, 2018), se trataría de Constance Quéniaux, una bailarina de la Ópera de París y meretriz ocasional, que en el aquel momento tenía 34 años y era una de las amantes de Khalil Bey. La modelo tenía orígenes humildes. Era hija de una madre analfabeta y su padre nunca la reconoció. Aun así, terminó convirtién­dose, hacia el final de su vida, en una reconocida filántropa que obró por los niños huérfanos y llegó a frecuentar a la alta sociedad parisina. El historiado­r también sugiere que pudo ser lesbiana.

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