La Vanguardia

La apoteosis de la sosería

- Joaquín Luna

Lo único que no puede ser un partido de fútbol dramático es un trámite burocrátic­o. Incluso el supuesto dramatismo de dos tarjetas rojas directas –una por bando– fue en realidad la tontería de dos pipiolos que, si le rompen la tibia al rival, se hubiesen mareado.

Ni se puede ambicionar así la Liga ni se puede bajar de esta forma a Segunda División donde te esperan sorpresas y ninguna buena, hasta el punto de que el RCD Espanyol podría jugar la próxima temporada contra la UE Cornellà, un derbi surrealist­a e improbable –dieciséis equipos de Segunda B pugnarán en Andalucía por las plazas de ascenso– pero no imposible.

¿Se imaginan un Espanyol-cornellà en un estadio fantástico ideado para noches europeas, con palcos privados para agasajar a los clientes y una solera que se merece planes más atractivos? Hay alternativ­as mejores –o no– para el fútbol catalán: que ascienda a Segunda A el Barça B o el Sabadell.

No es el año de China. Y el RCD Espanyol de Chen Yansheng tampoco ha escapado a esta maldición. La Segunda de hoy no es la de hace 26 años. Ya no valen los nombres y al RCD Espanyol le espera un mundo desconocid­o, muy adverso para su naturaleza, y si lo dudan que hablen con el Real Zaragoza, la UD Las Palmas o el Rayo.

Todo fue desangelad­o en el Camp Nou y el sonido “de animación” en el televisor resultaba anoche especialme­nte cretino. Insufrible. La sensación de trámite dejaba en evidencia lo mucho que, en teoría, decían jugarse los dos equipos.

Escaso consuelo para el españolism­o es no haber sido humillado en el

Ni el Barça pareció pensar en ganar la Liga ni los españolist­as en que su próximo derbi puede ser contra la UE Cornellà

Camp Nou o tener a profesiona­les como Diego López o David López, que han sabido estar a la altura del escudo y de lo exigible a un profesiona­l. Se necesita una revolución en la entidad pero para eso hacen falta revolucion­arios. O guerriller­os. No se intuyen en la galaxia perica.

El FC Barcelona va transitand­o en la recta final de la Liga como si al final del campeonato esperasen las hamacas en Ibiza y no la Liga de Campeones, más abierta este año que nunca. Partidos como el de anoche dejan la duda sobre si el FC Barcelona va a competir o a pasearse en Lisboa (siempre y cuando supere al Nápoles, que esa es otra).

También perdió anoche el fútbol catalán, que puede quedarse con un representa­nte en la próxima temporada cuando el País Vasco, con muchas menos fichas, tiene cuatro clubs y se lo pasan en grande. Aquí, el Barça menos ilusionant­e de los últimos tiempos, hipotecado por la edad de sus estrellas que tampoco merecen la patada en el trasero.

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