Suárez ‘legend’
El uruguayo ya es el tercer máximo realizador en solitario de la historia del Barça
De repente, Luis Suárez. Había vivido agazapado hasta ese momento, incrustado entre la maraña blanquiazul. Sin apenas intervenir, esperando su ocasión. Como si fuera un chacal en la pradera, como una hiena al acecho. Había tocado muy pocos balones y casi todos mal. Parecía la típica noche en la que el uruguayo tiene el pie torcido y desespera y se desespera. Pero vio una pelota suelta en medio de la selva y se lanzó a por ella. Como un reboteador ofensivo en el baloncesto, rebañó ese esférico y lo convirtió en gol. Abrió la lata y celebró su tanto número 195 como barcelonista. Ya es el tercero en solitario en cuanto a realizadores históricos del equipo por delante de Kubala y sólo por detrás por supuesto de Messi (630) y de César Rodríguez (232).
Suárez se lo metió a una de sus víctimas favoritas, el Espanyol, al que le ha marcado 10 goles en la Liga y contra el que nunca ha perdido en el campeonato. Se trata de la cuarta diana del charrúa desde que regresó de su lesión, la primera en el Camp Nou tras las dos de Balaídos y la de Vila-real.
Pese a que es evidente que está lejos de su mejor forma, sobre todo física, lo que nunca perderá Suárez es el oficio de goleador, el instinto de cazador. Nació con ese don y lo ha cultivado hasta convertirlo en normal, asiduo y cotidiano. Una costumbre.
Es mucho más complejo, por no decir imposible, en cambio, acostumbrarse al fútbol sin público. Y ya si se trata de un derbi el desierto emocional se hace más evidente. Pero no es menos difícil que la afición barcelonista se adapte a la normalidad del juego de su equipo. Es decir, un fútbol tostón nada sencillo de digerir. El oasis del partido ante el Villarreal devino anoche en espejismo, en flor de un día, en una isla tropical dentro de un panorama de hielo, aunque también el tipo de partido que planteó el Espanyol se parecía como un huevo a una castaña al fútbol abierto de los de Castellón.
El Barça volvió a ser el Barça de esta temporada tras el sueño de una noche de verano del estadio de La Ceràmica. Es decir, un caso, y no por la crisis de las cuentas falsas digitales. La auditoría de su fútbol hace tiempo que está al descubierto. Una autopsia que indica que falta rapidez, amplitud para ensanchar el campo y mucha velocidad para correr hacia atrás.
A Piqué le habría venido muy bien jugar con la bicicleta con seis marchas con la que se presentó en el Camp Nou. Esa fue su manera sui generis de aterrizar en el derbi. Con bermudas, gorra hacia atrás, en un vehículo a dos ruedas y bajando la rampa del parking a toda pastilla. El qué dirán es algo que nunca le ha importado al central, que quién sabe si quería homenajear a su pareja, Shakira, que hizo famosa la canción La bicicleta junto a Carlos Vives. “A tu manera, descomplicado. En una bici que te lleve a todos lados”, dice un fragmento del tema. Pero en todos lados lo que parecía haber eran jugadores del Espanyol tapando huecos o mordiendo los tobillos, como ocurrió en la expulsión de Pol Lozano por poner los tacos en la pierna del central blaugrana.
Bailaron desde entonces diez contra diez porque esta vez el VAR aplicó el mismo criterio para expulsar a Fati y al futbolista blanquiazul. El Espanyol se quedaba sin un activo y el Barça sin un revulsivo. Para Piqué los derbis siempre han sido especiales. Los vive desde pequeño, aunque le dan más morbo los de Cornellà, sobre todo si hay público. Se las ha tenido tiesas con los radicales del Espanyol por los mensajes soeces e insultantes contra él y su pareja.
Aunque radicales hay en todos los bandos, como los que se concentraron en un bar de los aledaños del Camp Nou para celebrar, ya desde antes del partido, el previsible descenso del Espanyol. Portaban, con nulo gusto, un ataúd con el escudo del Espanyol. Para más inri no respetaban las distancias de seguridad ni iban ataviados con mascarilla. La Generalitat podría haber ya recaudado desde hoy bastantes multas de 100 euros en una situación así.
Alegrarse de las desgracias ajenas no suele ser un buen negocio aunque forme parte de las rivalidades ancestrales del fútbol. Como así se ejemplificó de nuevo con las tracas pirotécnicas que estallaron en las cercanías del estadio. Seguro que la mayoría de barcelonistas preferiría que las tracas sonaran si cae algún título. No parece nada fácil.
Sabíamos de la dificultad que nos iba a plantear el rival, hemos notado el desgaste tras el esfuerzo que hicimos ante el Villarreal”
UN CENTRAL A PEDALES
Piqué, siempre protagonista y más en los derbis, se presentó en el estadio en bicicleta y a toda mecha
LOS RADICALES
Los Boixos se concentraron para celebrar el descenso del Espanyol y se tiraron petardos en los aledaños