El País Vasco hará tests a todos los temporeros de la vendimia en Álava
Los rebrotes en las campañas de recogida de fruta en Lleida y Huesca han puesto sobre aviso al País Vasco. El principal temor se traslada a septiembre, cuando arranque la vendimia en la Rioja Alavesa, unos trabajos que requieren de mano de obra externa y en los que se espera la participación de unos 2.000 temporeros.
Para extremar las precauciones ante la Covid, el departamento vasco de Salud, de la mano de sindicatos, bodegueros y agricultores, está trabajando ya en un protocolo de seguridad que incluirá la realización de test a todos los trabajadores.
La primera prueba en los viñedos vascos se produjo hace unas semanas, cuando se pusieron en práctica las primeras medidas a la hora de extremar el cuidado durante las campañas de primavera y en la espergura, la eliminación de parte de la vegetación de las vides para el desarrollo óptimo de los brotes. Desde la Unión Agroganadera de Álava (UAGA), central de referencia en el sector y que abarca a 150 explotaciones y unos 600 temporeros, explican que a finales de junio el servicio vasco de Salud ya realizó una pequeña prueba piloto en el hospital de Leza (Álava), donde se realizaron PCRS tanto a temporeros como a viticultores, sin arrojar ningún positivo.
Aunque el protocolo en el que trabaja el Gobierno vasco de cara a septiembre aún está en su fase inicial de desarrollo, es claro que la realización de tests, esta vez masivos, será uno de sus principales puntos. UAGA ya ha puesto sobre la mesa la necesidad de disminuir la capacidad en los alojamientos de los trabajadores para limitar el contacto social y, desde el sindicato, aseguran que brindarán su atención a todos ellos con una oficina móvil para reducir los contactos en el grueso de sus oficinas así como el tráfico en estas. Además del distanciamiento social, Salud quiere garantizar el abastecimiento y uso de mascarillas y EPI.
La capacidad de control de los trabajadores, indican las centrales, varía mucho en función del tipo de procedencia, es decir, si lo hacen en grupos o no. En el caso de UAGA, explican que trabajan “con cuadrillas ya preestablecidas” lo que hace “mucho más fácil” rastrear los contactos “porque sabemos con quién ha trabajado cada uno de ellos”. Así, resultaría también más sencillo llevar a cabo aislamientos si fuese necesario. “Los más difíciles –continúan son los transeúntes, aquellas personas que vienen solas y sin contrato ni sitio fijos”.