Recuperar el profesionalismo
Durante la crisis de la Covid-19 hemos visto a los profesionales sanitarios dando la mejor versión de sí mismos, actuando con un elevado sentido de responsabilidad y vocación de servicio. Por otra parte, también hemos podido observar con sorpresa cómo se superaban barreras organizativas que hasta la fecha parecían insalvables: máxima flexibilidad y adaptación a cambios organizativos, cooperación entre diferentes profesiones y niveles asistenciales y sobre todo un liderazgo clínico que ha resultado fundamental para la rápida adaptación a las necesidades excepcionales del momento.
¿Cómo se han llevado a cabo en cuestión de días reformas pendientes durante años? Durante la crisis se ha trabajado en condiciones de total excepcionalidad que han permitido agilizar radicalmente el modelo de gestión. Gracias a eso los profesionales han contado con una mayor autonomía en la toma de decisiones, se han disminuido los trámites burocráticos, y sobre todo han percibido un claro apoyo por parte de la sociedad y de las instituciones. Esto, a mi juicio, ha hecho posible la recuperación del concepto de profesionalismo como contrato social implícito entre la sociedad y los profesionales, basado en el respeto y en la confianza mutua.
Con la vuelta a la normalidad hemos de mantener ese alto compromiso profesional y evitar caer de nuevo en la “proletarización” creciente de los últimos años. Para ello será imprescindible introducir reformas que nos permitan disponer de instituciones sanitarias menos burocráticas y dotadas de mayor autonomía y flexibilidad, especialmente en las políticas de gestión de las personas. En este sentido, hace unos días se ha presentado un decálogo de medidas para reforzar el sistema sanitario que cuenta con un consenso en el sector de la salud sin precedentes, y donde se definen las principales propuestas de reforma del sistema.
Somos conscientes de que la cercanía de unas elecciones acentuará la aversión al riesgo de los partidos políticos, pero no hacer nada es si cabe una opción más arriesgada. Ahora es el momento de actuar. Los profesionales sanitarios están agotados y en una situación de tensión subyacente que puede desembocar en un conflicto de grandes dimensiones. Debemos canalizar toda la energía liberada en la lucha contra la pandemia hacia planteamientos propositivos que busquen soluciones a los problemas crónicos del sistema: dar respuesta a las demandas de mejoras salariales, pero también hacer cambios organizativos que hagan posible una mejor respuesta a las expectativas de los pacientes.
La pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de disponer de un buen sistema sanitario público. Sin salud no hay economía, y sin economía no hay futuro. Ahora es el momento de introducir mejoras organizativas y favorecer la recuperación del profesionalismo. Solo un sistema capaz de prestar una atención ágil y personalizada podrá evitar la silente y progresiva huida de las clases medias, que es sin duda la mayor amenaza a la legitimidad del sistema.
Son imprescindibles reformas que nos permitan disponer de instituciones sanitarias ágiles y menos burocráticas