Maternidad incómoda
‘Ayka’, de Sergei Dvortsevoy, explora una dura historia de supervivencia
Una mujer joven que acaba de dar a luz en un hospital de Moscú se refugia en el baño y huye por la ventana para no tener que dar de mamar a su bebé. Fuera está nevando con fuerza, pero ella corre desesperada entre la nieve buscando un refugio lo más lejos posible de sus responsabilidades maternales. De esta guisa arranca Ayka ,la película que supone la segunda colaboración entre el cineasta kazajo Sergei Dvortsevoy y la actriz Samal Yeslyamova tras Tulpan (2008), que se estrena en el cine Maldá de Barcelona, en Cinebaix (Sant Feliu de Llobregat) y la plataforma Filmin. El espectador será testigo a continuación de una historia demoledora y profundamente incómoda sobre la situación de una inmigrante clandestina en una Rusia corrupta, atrapada en un mar de deudas con unos mafiosos y su lucha febril por la supervivencia, suplicando cualquier tipo de trabajo ante la dolorosa pasividad de la sociedad que la rodea. “El rodaje fue extenuante, duró seis años. Filmamos en estricto orden cronológico porque era importante mostrar la evolución de la protagonista y Sergei quería que los personajes reflejasen autenticidad”, asegura a La Vanguardia Yeslyamova, cuya sobrecogedora interpretación de Ayka le hizo merecedora del premio a la mejor actriz en el festival de Cannes en 2018, donde la cinta aspiró también a la Palma de Oro.
El guión, escrito por el propio Dvortsevoy, se elaboró a raíz de relatos que escuchó acerca de las muchas mujeres inmigrantes que abandonaban a sus hijos después de parir. Yeslyamova no pudo contactar con ninguna de ellas –“no es fácil compartir algo así”, dice–. Ella construyó su papel indagando junto al director en las pésimas condiciones en las que viven. “Trabajan muy duro, son mujeres muy fuertes que siguen luchando sin perder la esperanza y eso es maravilloso”. Para la actriz, “Ayka desea vivir humanamente bien, y así es como la entendí”. Samal se preparó físicamente “corriendo y bailando intensamente” para reflejar todo el agotamiento sin tregua al que se expone su personaje a lo largo de los cien minutos intensos que dura el filme. Y los cambios hormonales que sufre la protagonista son el auténtico motor de una experiencia transformadora. “Ella no quería ser madre, tenía otros planes, pero la revolución que siente en su cuerpo a partir de la leche materna lo trastoca todo”. Y vaya si lo hace.