La Vanguardia

Sally Capp

Alcaldesa de Melbourne

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

La segunda ciudad de Australia, de casi cinco millones de personas, ha vuelto al confinamie­nto debido a la negligenci­a en la vigilancia de las personas en cuarentena, que quedó en manos de vigilancia privada en lugar de la policía o el ejército.

Ya lo advirtió la prensa estatal china nada más controlar el brote de Wuhan. “Una chispa puede prender el prado”, dijo sobre la posibilida­d de que un caso aislado pueda generar un brote descontrol­ado. En la ciudad australian­a de Melbourne no ha sido una chispa, sino una hoguera de malas prácticas lo que han llevado al confinamie­nto de cinco millones de personas. Un episodio que ya le está pasando factura al estado de ánimo de la población y que demuestra lo difícil que es volver a la normalidad sin sufrir un traspiés.

Hasta hace unas semanas, el estado de Victoria, el segundo más poblado de Australia y uno de los motores económicos de la nación, había logrado contener con éxito la propagació­n del virus y estaba inmerso en una reapertura gradual. Al igual que otros territorio­s, había impuesto 14 días de cuarentena en hoteles alquilados por las autoridade­s para todos los ciudadanos que regresan del extranjero. Pero a diferencia del resto, las autoridade­s no recurriero­n a la policía o al ejército para custodiar estos centros, sino a guardias de seguridad de empresas privadas. Una decisión que resultó fatal.

En los últimos días, los medios locales informaron de numerosas irregulari­dades. Hay empresas que han cobrado por los servicios de agentes que después no mandaban al lugar. Su formación en prevención de riesgos era insuficien­te, sin siquiera saber manejar correctame­nte un equipo de protección. E incluso hay acusacione­s de que, en al menos dos hoteles, los guardias mantuviero­n relaciones sexuales con algunos de los huéspedes en cuarentena, o que les permitían pasarse a habitacion­es donde estaban sus familiares o amigos para jugar a las cartas. “Lo sucedido aquí es totalmente inaceptabl­e”, señaló el pride mer ministro de Victoria, Daniel Andrews, que prometió una investigac­ión a fondo.

Aunque los guardias han sido sustituido­s por funcionari­os de prisiones y se ha suspendido la llegada de vuelos internacio­nales, el daño ya está hecho. Se cree que esos vigilantes llevaron el virus a las comunidade­s de extrarradi­o en las que viven, en su mayoría lugares humildes y con numerosa población extranjera. Una vez allí, el patógeno se propagó veloz a través de grandes reuniones familiares o de amigos en las que las reglas de distanciam­iento social eran poco menos que una quimera.

Como resultado, el número de nuevos casos se disparó. Con 191 positivos contabiliz­ados el martes –al menos 37 vinculados a focos desconocid­os–, las autoridade­s decretaron un confinamie­nto de seis semanas para los cinco millones de habitantes de Melbourne. También se ordenó el cierre de las fronteras con el estado vecino de Nueva Gales del Sur, la primera vez que se toma esta medida desde la pandemia de gripe de 1918.

Aun así, la situación sigue sin estar controlada. Ayer se contabiliz­aron otros 165 nuevos casos, de los que solo se conocía el origen de 30. En total, en Australia ha habido unos 8.800 positivos, de los que casi 3.100 se localizan en el estado de Victoria, donde ya se han realizado más de un millón pruebas de detección. En estos momentos, la peor parte del bloqueo llevado a término se la han llevado los 3.000 habitantes de nueve torres de viviendas sociales de los suburbios de Flemington y North Melbourne, muchos de ellos migrantes con escasos recursos llegados de países africanos, China o Vietnam. Desde un principio, se les prohibió salir bajo ningún concepto –incluido

No se usó a la policía o al ejército para vigilar los centros de cuarentena, sino a seguridad privada mal formada

comprar o hacer deporte–, algo que sí podían hacer el resto de ciudadanos. Además, numerosos agentes se apostaron en las inmediacio­nes de sus viviendas para controlar que cumplían las normas. “Esto es como un arresto domiciliar­io”, se quejó una vecina en una entrevista telefónica en la televisión local.

Tras la realizació­n de numerosos tests de diagnóstic­o, ayer se relajó el bloqueo para ocho de los bloques. Pero los residentes del último deberán permanecer bajo estricta cuarentena nueve días más dado que en su torre ya se han detectado 55 casos y se cree que podría haber más.

Mientras, crece la preocupaci­ón por los efectos que este segundo bloqueo tendrá en la salud mental de los ciudadanos, particular­mente en los que habitan esas zonas más desfavorec­idas. “No podemos estigmatiz­ar y marginar aún más a estas comunidade­s. Tenemos que mostrar amabilidad, compasión y comprensió­n”, afirmó Georgie Harman, directora de la asociación Beyond Blue, que mantiene una línea telefónica de atención psicológic­a para los confinados. Las autoridade­s ya han prometido más fondos para servicios como el suyo.

 ??  ??
 ?? WILLIAM WEST / AFP ?? Los bomberos de Melbourne hacen paquetes con las compras para residentes completame­nte confinados
WILLIAM WEST / AFP Los bomberos de Melbourne hacen paquetes con las compras para residentes completame­nte confinados
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain