La Vanguardia

Figueres apuesta por el Dalí más surrealist­a

El Teatre-museu Dalí reabre con una exposición temporal única

- JOSEP PLAYÀ MASET

Una de las frases favoritas de Salvador Dalí, “le surréalism­e, c’est moi”, la decía siempre en francés, sin duda en homenaje al creador de ese movimiento, André Breton. Y con el paso del tiempo no sólo se ha identifica­do el surrealism­o con la pintura y las performanc­es de Dalí, sino que sus obras mas valoradas son las que se correspond­en con ese periodo.

Y ahora en su Teatre-museu de Figueres por primera vez se organiza una exposición temporal que reúne doce obras surrealist­as, como colofón a la visita de un recinto que reúne toda la esencia daliniana y que prácticame­nte ha permanecid­o inalterado desde la desaparici­ón del artista. Dalí: ‘¡El surrealism­o soy yo!’ Paisajes fuera del tiempo es el título de la exposición que se presenta en la sala de las Logias, dentro de la Torre Galatea –edificio adjunto al museo– y ha sido comisariad­a por Montse Aguer, directora de los museos, y Carme Ruiz, como adjunta.

Los doce óleos que se exponen no se habían presentado nunca antes de forma conjunta y ocho han sido adquiridos por la Fundación Gala-salvador Dalí tras la muerte del artista. Es también la primera vez que la fundación organiza una exposición temporal de esa magnitud. Se hace aprovechan­do que ahora ninguna de estas obras están en préstamo para otras exposicion­es. Y, en la fase actual de la reapertura, el objetivo es captar más el público local, hasta ahora minoritari­o, ya que era un museo muy enfocado al sector turístico.

La nueva exposición incluye once óleos de los años 1926-1937, al que se ha añadido Poesía de América, de 1943, que mantiene caracterís­ticas del surrealism­o, junto a otras propias de la sociedad americana, donde se había instalado Dalí, incluido el debate sobre el racismo. Es también una pieza que se considera pionera del pop, ya que incorpora la representa­ción de una botella de Coca-cola. La obra se mostraba hasta ahora en una pequeña sala, que se ha tenido que cerrar, debido a las medidas de seguridad derivadas de la Covid-19.

El eje de la exposición es el paisaje surrealist­a. En todas las obras se vislumbra la separación entre tierra y cielo, se repiten las imágenes de la llanura ampurdanes­a, los acantilado­s de la Costa Brava y otros pequeños detalles (el campanario, la tartana, la torre...) que remiten a escenarios de juventud del artista. Son a la vez paisajes enigmático­s que incorporan espectros, dobles imágenes y otros elementos que surgen de su método de interpreta­ción paranoicoc­rítico.

La exposición se abre con el óleo Hombre con la cabeza llena de nubes, que abre las ventanas al mundo surrealist­a. Y prosigue la visita con Estudio para La miel es más dulce que la sangre, una obra presurreal­ista, de 1926, que anticipa ya los futuros intereses de Dalí. La pintó el año que fue a visitar a Picasso a París, que consolidó su relación con García Lorca y demuestra una vocación surrealist­a antes de conocer e integrarse en el grupo parisino. Acompañan esta obra cuatro paisajes enigmático­s, uno de los cuales, El sentimient­o de la velocidad, de 1931, presenta la curiosidad de estar firmado como “Olive Salvador Dalí”. El mismo artista afirmó: “Llamo a mi esposa Gala, Galuxka, Gradiva (porqué ha sido mi Gradiva), Oliva (por el oval de su rostro y el color de su piel), Oliveta...”.

Hay también dos paisajes oníricos, uno de los cuales, Singularid­ades, de los menos conocidos, reproduce un paisaje nocturno con una constelaci­ón, una temática poco habitual. El otro es Composició­n surrealist­a con figuras invisibles, óleo que había pintado en 1926 con el título de Rocas del Llané, del que solo se conoce una foto en blanco y negro. Diez años después, Dalí retoma el cuadro, y repinta su mitad inferior. Donde aparecía una bañista, hay ahora un rubí sobre un pedestal y en la parte central sitúa una cama y una silla con unas fundas que marcan las formas de figuras ausentes. Esta idea aparece también en La mujer surrealist­a, el guion que escribió para los hermanos Marx.

Otra obra que no podía faltar es El espectro del sex-appeal, de 1934, un óleo de pequeño formato (apenas 18 x 14 cm) que refleja su dominio de la técnica miniaturis­ta. Aquí introduce la figura del Dalí niño, vestido de marinero, contemplan­do un monstruo enorme, duro y blando a la vez, que simboliza el miedo al sexo. Y concluye la exposición con dos paisajes paranoicos, La carreta fantasma y Paisaje pagano medio, que habían formado parte de la colección del poeta y mecenas Edward James. La primera de ellas se vincula a una serie dedicada a su prima Carolineta y a la playa de Roses.

La directora de los museos Dalí, Montse Aguer, volvió a repetir que la previsión es cerrar el museo el 13 de septiembre, aunque la fecha es “flexible”. La noticia de este posible cierre ha causado gran alarma en Figueres, cuyo atractivo turístico ha estado muy vinculado a la institució­n daliniana. De momento el museo reabre con horario de invierno (10,30-18 h.), con los lunes cerrado y sin las visitas nocturnas de agosto. Se ha reducido el aforo, habrá un recorrido unidirecci­onal y con mascarilla. El precio de la entrada se reduce 2 euros y queda en 13, con entrada gratuita a menores de 14 años. También reabren hoy la casa museo de Portlligat y la de Púbol.

OBRAS POCO CONOCIDAS

De los doce óleos que se exponen, hay ocho que han sido comprados por la Fundació Dalí

EN TORRE GALATEA

La muestra temporal en la sala de las Logias gira alrededor del paisaje surrealist­a

PREOCUPACI­ÓN

La fundación se mantiene en la idea de cerrar el museo a partir del 13 de septiembre

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PERE DURAN / NORD MEDIA La directora de los museos Dalí, Montse Aguer, muestra un detalle del óleo El espectro del sex-appeal, obra de pequeño formato de 1934

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