Puigdemont se hace con el control de Jxcat y aboca al PDECAT a la escisión
El expresident arrebata la marca a la dirección, que amaga con acciones legales
La posibilidad de un acuerdo entre Carles Puigdemont y la dirección del PDECAT para confluir en el nuevo partido político que constituirá el día 25 está cada vez más lejos. La maniobra con que el expresidente de la Generalitat ha conseguido el control de la marca Jxcat arrebatándosela a la cúpula de la formación heredera de CDC no hace si no dificultar todavía más unas negociaciones que en los últimos días estaban ya de por si muy complicadas.
Los movimientos del entorno del 130.º presidente de la Generalitat para tener el control de la marca Jxcat, de los que La Vanguardia informaba en su edición del jueves, han fructificado con un cambio de nombre del presidente de la formación y de dirección en el registro de partidos políticos del Ministerio del Interior, que, sobre el papel, deja el camino expedito a Puigdemont para bautizar con el nombre de Junts per Catalunya (Jxcat) su nueva fuerza política. El escenario, sin embargo, aparece bastante más complejo, sobre todo si se concreta el aviso de fuentes de la dirección del PDECAT de “emprender las acciones legales que haga falta” para intentar revertir una situación que, por otro lado, deja al propio partido cada vez más abocado a la ruptura.
Jxcat fue, a partir del 2017, la coalición entre el PDECAT y CDC para presentarse primero a los comicios catalanes y después a las sucesivas elecciones generales y europeas, de modo que los actuales grupos en el Parlament, el Congreso, el Senado o el Parlamento Europeo son tributarios de esta dinámica. En paralelo, el 2018 Jxcat fue inscrito en el registro de partidos políticos por la dirección del PDECAT, cuando aún la comandaba Marta Pascal, pero formalmente no figuraba nadie de la cúpula en su estructura. Quien constaba como presidenta era Laia Canet, que fue consejera municipal del PDECAT en el distrito del Eixample de Barcelona y que según algunas fuentes habría decidido sumarse al nuevo proyecto del expresidente de la Generalitat.
Ahora, después de los cambios realizados, quién figura como presidente de Jxcat es Carles Valls, alcalde de Balenyà (Osona) afín a Puigdemont, y la dirección de la sede del partido ha pasado de la Rambla de Catalunya a un despacho profesional de la Avinguda Diagonal. De esta manera, Jxcat como partido quedaría bajo el control de Puigdemont, mientras que Jxcat como coalición, en cambio, continuará en manos del PDECAT, lo que en la práctica no dejaría de tener un punto de surrealismo. Lo que es evidente es que este movimiento no favorece en absoluto las negociaciones entre las partes –también con la Crida Nacional per la República de Jordi Sànchez–, sino todo lo contrario, y hace inviable, según fuentes del PDECAT, “incluso un acuerdo para pactar el desacuerdo”.
La formación heredera de CDC esgrime que “tiene documentos que indican que la operación de cambio no puede realizarse” y advierte que emprenderá “las acciones legales que haga falta”. Una amenaza que, sin embargo, no se recoge en un comunicado hecho público por su presidente, David Bonvehí, que anuncia que se harán las “consultas oportunas” en el registro de partidos y lamenta que se haya roto “no solo con la palabra dada, sino incluso con los acuerdos firmados” con Sànchez en el sentido de que “cualquier cambio en Jxcat tenía que ser acordado y avalado también por el PDECAT”. Para Bonvehí, la forma de proceder de Puigdemont significa “prescindir de todos los principios de buena fe y confianza que han de regir el comportamiento ético y político”.
El caso es que, de no llegar a un acuerdo con el expresidente de la Generalitat, el PDECAT se encamina
Bonvehí acusa a Puigdemont de romper los acuerdos y de comportamiento poco ético
a la ruptura y a una escisión entre los que defienden que el partido no se diluya en el nuevo Jxcat y los que apuestan decididamente porque desaparezca. En esta línea, el partido está pendiente de la convocatoria de su consejo nacional para decidir sobre la confluencia con el nuevo proyecto de Puigdemont, que en principio se había anunciado para el día 26, pero que de momento no ha sido convocado y, según fuentes de la dirección, todavía no tiene fecha segura.