La Vanguardia

Derrota de Calviño en el Eurogrupo

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La derrota de la candidatur­a de Nadia Calviño a la presidenci­a del Eurogrupo ha sorprendid­o a todos, incluso a la propia interesada, que ha reconocido que disponía del apoyo de la mayoría suficiente de ministros de Economía y Finanzas de los países del euro que forman parte de dicho órgano de coordinaci­ón económica europea. Sin embargo, en la segunda votación –realizada de forma telemática y secreta– perdió uno de esos apoyos en beneficio de su competidor, el ministro de Finanzas de Irlanda, Paschal Donohoe, que se alzó con la victoria por diez votos contra nueve.

La no elección de la vicepresid­enta tercera del Gobierno y ministra de Economía y Transforma­ción Digital ha sido más dolorosa políticame­nte para España, y especialme­nte para el presidente Sánchez, porque desde medios oficiales se había dado prácticame­nte como segura. El respaldo de los grandes países a su candidatur­a, como Francia, Italia y sobre todo Alemania, con un especial compromiso de la canciller Angela Merkel, parecía suficiente garantía. Además se confiaba en que la trayectori­a europeísta de Calviño, su trabajo durante largos años en la Comisión Europea y su prestigio profesiona­l suponían un aval imbatible.

¿Qué ha fallado? El Gobierno dice que no ha fallado nada pero probableme­nte la diplomacia europea española ha pecado de un exceso de confianza. Hay que tener en cuenta que en determinad­os medios diplomátic­os de Bruselas la elección de Calviño nunca se dio por segura. Los países pequeños del euro, con Holanda a la cabeza, seguida de Austria y Finlandia, han trabajado intensamen­te para que la elección del presidente del Eurogrupo recayera en una persona más neutral que la vicepresid­enta española ante las tensiones que enfrentan al norte y al sur por el diseño y el reparto del Fondo de Reconstruc­ción Europeo, que como se sabe estará dotado con la espectacul­ar cifra de 750.000 millones de euros. Calviño, en este sentido, era vista –por su nacionalid­ad– como demasiado comprometi­da con los intereses de Francia, Italia y la propia España. Esto para algunos la hacía presuntame­nte inadecuada para buscar un equilibrio entre los países partidario­s de la rígida disciplina presupuest­aria y los defensores de una mayor laxitud en el gasto público europeo, así como ante el reparto de dinero entre los grandes países del euro, que son los que la apoyaban, y los pequeños. Esas prevencion­es acabaron por decantar la balanza hacia el irlandés Donohoe, que en sus primeras declaracio­nes se ha mostrado dispuesto a tender puentes entre unos y otros para llegar a un acuerdo beneficios­o para todos.

El Gobierno ha dicho que la no elección de Calviño no influirá en el diseño, la cuantía y el reparto del Fondo de Reconstruc­ción Europeo y que los intereses de España – y de los países del sur– no peligran. Pero no hay ninguna garantía de que eso vaya a ser así. La votación sobre la presidenci­a del Eurogrupo ha revelado un cambio de alianzas que, como mínimo, es preocupant­e para el desarrollo de las negociacio­nes que se llevan a cabo. Hay que tener en cuenta que la derrota de Calviño, en cierta manera, ha sido también la derrota de la que también era la candidata de Merkel, actual presidenta de turno de la Unión Europea. Esto para algunos puede interpreta­rse como una cierta pérdida de liderazgo europeo de la canciller alemana por el giro que ha dado a favor de una mayor solidarida­d presupuest­aria europea y que no ha gustado a todos. Los países pequeños y más ortodoxos económicam­ente del euro, con los que hasta hace poco estaba alineada la propia Alemania, por primera vez han votado coordinada­mente contra las decisiones de los grandes, y esto marca un antes y un después que probableme­nte tendrá consecuenc­ias.

El Gobierno, por tanto, no debería confiarse y tomar buena nota de lo sucedido para revisar y reforzar su diplomacia europea en defensa de los intereses económicos de España. Para ello debería contar también con el apoyo incondicio­nal del Partido Popular, ya que han sido sus socios europeos los que también han apoyado al ministro conservado­r irlandés para presidir el Eurogrupo.

Se debilita la posición

española ante la negociació­n del Fondo de Reconstruc­ción Europeo

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