Ideas para una Barcelona mejor
Barcelona, como el resto del país, de Europa o del mundo entero, ha atravesado estos últimos meses una situación excepcional, en la que de hecho aún se halla inmersa, a causa de la Covid-19. Como hemos apuntado a menudo, un fenómeno de esta dimensión requiere una respuesta global, coordinada y solidaria. Pero como diario de referencia de Barcelona, desde hace ya casi 140 años, La Vanguardia es un medio estrechamente vinculado y comprometido con su ciudad. Y esa es la razón última por la que hoy publica un suplemento especial titulado Ideas para recuperar Barcelona.
Dos son ahora las prioridades de los barceloneses. Una es evitar el avance de la enfermedad y, a la postre, su permanencia entre nosotros y la de sus costes. La otra, pasado ya el pico inicial de la pandemia, es diseñar un plan de futuro, armado con nuevas ideas para la nueva normalidad, que nos ayuden a encararla con confianza y posibilidades ciertas de progreso.
A estas prioridades –y en particular a la segunda– quiere contribuir el suplemento extraordinario que se distribuye con la edición de hoy de La Vanguardia. En él, sus periodistas especializados en distintas materias reúnen y brindan ideas que han de contribuir a sanar y a fortalecer una ciudad que, superado ya lo peor de la crisis sanitaria, se enfrenta ahora a una crisis económica de duración imprecisa.
El horizonte al que se encara Barcelona está nublado por estas dos crisis, que llegan al poco de que se superara la del 2008. Pero es bien sabido que cuando más oscuro está es antes de amanecer. Y también que a partir del desánimo y el pesimismo nada sólido se puede edificar. Es, por tanto, hora de levantar cabeza, de recabar y sumar aportaciones, de consensuar directrices de acción. La tarea que tenemos por delante es gigantesca. Conviene afrontarla al alimón y cuanto antes. La buena noticia es que partimos con alguna ventaja, al menos en términos relativos. Barcelona sigue siendo la gran capital de Mediterráneo europeo, cuenta con una potente industria en sectores punteros como la biomedicina y conserva su atractiva marca gracias –también– a unas condiciones geográficas y climatológicas de privilegio. Sobre esa base, tiene mucho que construir. En especial, si establece alianzas entre el sector público y el privado, para que juntos definan los principales objetivos y la mejor estrategia para alcanzarlos. Porque Barcelona debe dar respuesta a desafíos planetarios, como los medioambientales, y al tiempo potenciar los valores propios de asociación y emprendeduría, y en definitiva de ambición, que son los que han hecho de ella lo que es. La circunstancia es adversa y la misión elegida, difícil. Pero es imprescindible cumplirla para que Barcelona mejore sin perder su esencia, que es la de una ciudad abierta, dinámica y pactista.
La ciudad debe fomentar su ambición, atender los retos globales y apostar por la entente público-privado