Un verano sin cartel de completo en la Almadrava
Quimet le dijo un día a su mujer Margarita Santa Llúcia que le había comprado la Concha de San Sebastián. La cala de la Almadrava en Roses no se ve desde la carretera, apenas hay sitio para aparcar y los que la descubren porque la atraviesa el camino de ronda de la Costa Brava se quedan maravillados y reconocen que tiene la forma de la playa vasca que tanto añoraba Margarita. La familia adquirió terrenos en primera línea y construyó en los años sesenta un apartamento para cada una de las seis hijas. Después se levantaron otros pisos más para los 27 nietos. Casitas con balcones al mar que empezaron alquilando a los amigos y que acabó convirtiéndose en el negocio familiar que durante años lideró Margarita
Aguilà, la mayor de las seis hijas de los fundadores, y que ahora gestiona Guillem Casamitjana, uno de los siete hijos de la mujer que a sus 87 espléndidos años sigue pendiente de lo que se cuece en los apartamentos y el restaurante Santa Llúcia, en memoria de la bisabuela que echaba de menos la Concha. Guillem reconoce que nunca se había enfrentado a un verano sin colgar el cartel de completo. Además de los tres meses cerrados, los apartamentos estuvieron prácticamentes vacíos en junio y ahora confía en los clientes extranjeros que movieron las reservas a septiembre. Eso sí, por primera vez desde que tiene uso de razón, Guillem dedicó en el confinamiento días enteros a disfrutar de su familia, sentarse y contemplar un mar único. /