Tres lecciones de Nissan
No conozco a nadie del mundo empresarial, y especialmente del sector industrial, que no lamente la decisión de Nissan de cerrar las fábricas de Barcelona, Montcada i Reixac y Sant Andreu de la Barca. Una vez confirmada la noticia, uno no puede perder de vista algunos elementos del entorno (de sector y de empresa) en que la japonesa decide cerrar: exceso de capacidad productiva propia a nivel mundial, alianzas estratégicas con otros fabricantes europeos nacionalmente muy arraigados, baja dimensión de la empresa en Catalunya y sector con un horizonte productivo y de mercado incierto. El hecho de que ya hacía años que operaba a un nivel de utilización de su capacidad productiva completamente insostenible para una factoría no era sino la antesala de lo que ha acabado pasando.
No se puede decir nada sobre la libertad de la empresa de decidir a su conveniencia (igual que un día viene, otro se puede ir). La globalización y las empresas multinacionales tienen eso. Sabe muy mal, pero hay que aceptarlo. En este contexto, quienes más sufrirán el cierre son los empleados que serán despedidos (unos 2.500) y las empresas que trabajaban sólo o casi sólo por Nissan.
Hablo del tema con un destacado empresario familiar catalán, altamente tecnificado, gran empresa, especializado en piezas para el automóvil, con factorías en diferentes países y proveedor (también) de Nissan. De sus opiniones personales extraídas de su empresa concreta saco tres lecciones.
La primera es que, como industrial internacionalizado, el cierre le afectará muy poco. Seguirán fabricando para Nissan, quizá cada vez más cerca de sus fábricas. Y el coronavirus, con la ruptura de cadenas de suministro, ha reforzado esta opción.
La segunda lección es que el automóvil
Al automóvil, como sector de alto valor añadido, hay que mimarlo, no privilegiarlo, pero sí mimarlo
no está muerto, ni de lejos. China es un enorme fabricante, África es un mercado pendiente de despertar, el automóvil es, de momento, el mejor sistema de movilidad en la mayoría de distancias, y es una oportunidad para quien sepa hacer el medio más eficiente, menos contaminante y más competitivo. Podemos hablar de evolución del automóvil, no de muerte. Y de oportunidades.
La tercera lección es que al automóvil, como sector de alto valor añadido, se lo tiene que mimar, no privilegiar, pero mimar. El empresario tiene grabadas las palabras de la segunda de la alcaldesa Colau en el sentido que deseaba que la industria no se reactivara después de la pandemia. ¿Qué preferimos, afirma mi interlocutor, un turismo que genera sueldos de miseria y precariedad laboral?
La única buena noticia respecto a Nissan es que podría mantener su centro de I+D en Barcelona (Centro Técnico Europeo), que ocupa a unas 300 personas. La otra es que, en nichos específicos, Catalunya cuenta con multinacionales industriales, de bolsillo si se compara con Nissan, pero que son la fortaleza de un tejido productivo propio que habría que mimar más.