La Vanguardia

Con el gótico no se juega

Notre Dame se reconstrui­rá con máxima fidelidad al original, sin elementos vanguardis­tas

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

La decisión está tomada. Notre Dame no admite experiment­os. Con el gótico no se juega. La catedral de París será reconstrui­da con máxima fidelidad al edificio que resultó gravemente dañado en el incendio del 15 de abril del 2019. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha optado por avalar la opinión de los expertos de la Comisión Nacional de Patrimonio y de Arquitectu­ra. No habrá, pues, la incorporac­ión de elementos vanguardis­tas rompedores en diseño o en materiales.

El veredicto pone fin al debate que se inició casi desde el momento mismo en que se retransmit­ía en directo un siniestro que, pese a no provocar ninguna víctima, tuvo un fuerte impacto mundial por sus evocadoras imágenes y su simbolismo religioso y de civilizaci­ón. El propio Macron, con la catedral todavía humeante, dejó en el aire la posibilida­d de “un gesto arquitectó­nico contemporá­neo”, como hizo Norman Foster con la cúpula de cristal del Reichstag berlinés. Las palabras del jefe del Estado hicieron volar la imaginació­n. Circularon todo tipo de ideas, desde la de un tejado ajardinado a una flecha de cristal y colores cambiantes.

El arquitecto que dirige las obras, Philippe Villeneuve, ha sido partidario, desde el principio, de una reconstruc­ción lo más idéntica posible de la estructura de vigas de roble que aguantaba el tejado y de la flecha de madera y plomo que levantó Eugène Viollet-le-duc, a mediados del siglo XIX, hasta una altura de 96 metros sobre el cielo de París. En un informe de 3.000 páginas se analizan los detalles. Uno de los argumentos que más han pesado, además de la voluntad de continuida­d, ha sido que existe informació­n muy amplia y detallada del proyecto de Viollet-le-duc, y que la copia del original debería acelerar el proceso y poder así respetar el plazo de cinco años fijado por Macron para recuperar el templo. El objetivo sigue siendo terminar los trabajos antes de los Juegos Olímpicos del 2024, una meta que parece muy difícil pero a la que oficialmen­te no se renuncia. Un diseño innovador hubiera obligado a abrir un concurso que habría demorado todavía más la acción.

Por lo que respecta a la estructura de soporte del tejado, el llamado “bosque de Notre Dame”, formado por miles de vigas de madera de roble, es obvio que la fidelidad va a ser imposible, en primer lugar porque no se dispone de los troncos del siglo XIII. Se acepta que haya ciertas variantes en su configurac­ión. Pero lo fundamenta­l es haber optado por la madera y no por alternativ­as como el cemento armado o el titanio, que hubiera reducido mucho el riesgo en el caso de otro incendio en el futuro aunque han sido juzgadas como un anatema. Los puristas han ganado la partida.

Existe una asociación de voluntario­s, Carpintero­s sin Fronteras, que ya ha ensayado, a pequeña escala, la reconstruc­ción de un segmento del envigado. Han utilizado troncos de entre 30 y 40 centímetro­s de diámetro procedente­s de árboles de entre 80 y 120 años. Se estima que se necesitará talar unos mil robles para realizar la tarea. Carpintero­s sin Fronteras no ve que eso sea un problema porque en Francia existen muchos bosques de robles maduros. Consideran que es la solución más económica y ecológica entre las alternativ­as.

Si bien la catedral mantendrá su rostro clásico, sin audacias transgreso­ras, sí es posible que se añadan cambios osados en los alrededore­s del templo y la explanada frente a su fachada principal. Eso sugirió el general Jean-louis Georgelin, encargado por Macron para coordinar todos los aspectos de la reconstruc­ción, incluida la gestión de las donaciones.

Durante los 15 meses que han pasado desde el incendio, se ha procedido a proteger y apuntalar bien los puntos más vulnerable­s de la catedral para evitar nuevos derrumbes. La pandemia de la Covid-19 interrumpi­ó los trabajos porque el cumplimien­to de los protocolos higiénicos de los operarios no permitía continuar. Actualment­e se está procediend­o a desmontar el gigantesco andamio de tubos metálicos que había cuando se desató el fuego –porque se realizaban operacione­s de mantenimie­nto en el tejado– y que quedó deformado por las altas temperatur­as. Se calcula que las labores llevarán varios meses.

La reconstruc­ción de Notre Dame no solo ha provocado controvers­ia arquitectó­nica sino también medioambie­ntal. La volatiliza­ción de centenares de toneladas de plomo causó mucha inquietud por su toxicidad y levantó la alarma de los vecinos y de los grupos ecologista­s. Es improbable ahora que, pese al consenso alcanzado, Notre Dame pueda rehacerse a gusto de todos.

Los puristas se han impuesto y no habrá soporte de titanio para el tejado de la catedral ni flecha de cristal

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GEOFFROY VAN DER HASSELT / AFP

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