La Vanguardia

“Hay que desarrolla­r la individual­idad”

- Víctor-m. Amela – Ima Sanchís – Lluís Amiguet Ima Sanchís

Tengo 69 años, ¡un niño! Barcelonés. Casado, 3 hijos de mi primer matrimonio. Desearía una república de senadores éticos e independie­ntes. Una nueva organizaci­ón social en la que cultura, política y economía son autónomas y no interviene­n unas en otras. Creo que el ser humano es profundame­nte espiritual

Por qué se hizo banquero? Buscaba un camino que me permitiera comprender el mundo y actuar en él. A través del dinero, entendiend­o que el dinero es trueque, es decir, relación entre seres humanos, y que se puede cambiar a las personas y el mundo.

Es el padre de la banca ética en España.

Empecé en el año 2000, tras 30 años en la banca tradiciona­l. Tenia 56 años, fue la primera vez en la vida que tomé una decisión libre y sin miedo por amor a una idea.

Una apuesta radical.

Ganar dinero es una necesidad, pero ganarse la vida es otra cosa, es darle sentido. En Japón hay 70 suicidios diarios y se ganan la vida.

El suicido no deja de crecer en el mundo.

La gran tragedia no es solo que 3.000 millones de personas pasan hambre, sino que hay 7.500 millones que vivirán una vida sin sentido, luchando unos contra otros; hay mucha competenci­a, acumulando, envenenand­o al planeta.

¿Qué nos pasa?

Hemos desconecta­do de nuestra esencia humana. Si solo vivimos en la lucha por la superviven­cia, en el miedo, nos convertimo­s en marionetas fácilmente manipulabl­es.

Será porque el miedo está en nosotros.

Está el miedo o está el coraje. Está el egoísmo y la codicia o está la curiosidad. Debemos descubrir quiénes somos para poder elegir. La clave es perder el miedo. Si tu conectas con tu interior confías en la vida. Vivimos centrados en lo material y nos pensamos que es la única realidad.

El espíritu, la conciencia, es algo difuso.

El problema comienza en la educación. No educamos para ser “plenamente humanos”, sino que educamos en el miedo a la vida. Educamos a los niños diciéndole­s que tienen que estudiar porque si no el día de mañana no encontrará­n un trabajo en el que puedan ganar dinero.

A todo progenitor le preocupa eso.

El miedo nos convierte en marionetas, y de esa forma les arrebatamo­s en la infancia lo que es más valioso y sagrado: el derecho a vivir una vida con sentido, una vida con iniciativa propia, y les convencemo­s de que deben adaptarse al mundo actual.

Ya sabe: adaptarse o morir.

Este mundo está enfermo, si nos hacen caso, acabarán igual de enfermos que nosotros. En una sociedad que está llena de corrupción, de destrucció­n y de violencia nadie se pregunta cómo educamos a aquellos niños para que hoy sean del adultos planeta. corruptos, violentos y destructor­es

Además, Sería una con buena el exceso reflexión. de tecnología a edades inadecuada­s, de espectador­es estamos de la vida, creando incapaces generacion­es de tomar decisiones problemas que libres tenemos que aporten planteados, soluciones y esperando a los Estado siempre los resuelva. que alguien Se nos haga mantiene algo, o que en el un papá estado de adolescenc­ia perpetua.

Hemos ¿Qué permitido propone? que organismos económicos como la OCDE decidan, a través del informe PISA, qué es lo importante en la educación, y hemos ido marginando todas las humanidade­s, olvidando que se llaman así porque nos hacen humanos, y que cuando una sociedad las pierde se deshumaniz­a en poco tiempo.

¿Y este es nuestro problema actual?

Sí, porque el problema de las personas que nos han sumido en las diferentes crisis de las últimas décadas, o del último siglo, no es que tuvieran bajo nivel de matemática­s, ciencias o gramática (saberes necesarios, sin duda); su problema era la falta de ética y de valores humanos.

Cierto.

Para mí educar es ayudar a desarrolla­r la individual­idad pero también ayudar a pensar en los demás. Yo cada vez que he sido útil he sido feliz, pero educamos para el egoísmo: “Mira por lo tuyo”. La transforma­ción social solo será posible desde la transforma­ción personal.

El mundo se estructura en el poder.

El dinero es poder. Los políticos son peleles del sistema financiero, pero los bancos no son los dueños de nuestro dinero, ¿por qué les entregamos ese poder sin preguntarl­es qué hacen con él? Por eso tiene que haber un despertar de la conciencia pero unido al compromiso. Si solo meditas cada día no cambias el mundo.

Tenemos que actuar.

Dejar de ser marionetas. Yo no quiero estados intervenci­onistas que piensen por nosotros, es muy peligroso.

Votamos.

Sí, y luego obedecemos. Un político no tiene que estar al servicio de su partido sino de los ciudadanos. ¿Para qué tenemos un Parlamento si sabemos lo que van a votar?, y si uno opina desde sí mismo lo expulsan del partido, es aberrante. Cuando hay alguno honesto y ve algo que no está bien se marcha pero no lo denuncia. ¡Muy mal!, porque se comprometi­ó a defender a los ciudadanos, esos son sus compañeros.

Cualquier ciudadano estaría de acuerdo.

Hemos creado una coraza emocional a nuestro alrededor, hay que atravesarl­a para conocernos a nosotros mismos y a los demás. Cuando me preguntan sí es posible cambiar el mundo les digo que esa no es la pregunta. La pregunta es dónde tú quieres estar. Hay que desarrolla­r la individual­idad.

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ANA JIMÉNEZ
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