La Vanguardia

Mucha contabilid­ad y poca economía en San Millán

Las comunidade­s salen de San Millán sin una cifra que llevarse a sus territorio­s y reclamando un trozo de pastel

- PEDRO VALLÍN

Obsesión por la ortografía en el certamen literario. Así podría resumirse el balance que los presidente­s de comunidade­s han aportado a la conferenci­a de presidente­s para la recuperaci­ón económica. Poco o ningún análisis narrativo, de personajes y tramas, y puntillosi­dad con las tildes y las comas. Los argumentos repetidos por los mandatario­s territoria­les aluden a la contabilid­ad (la suya) y apenas se exhibieron razones o diseños económicos. Transferen­cias, ayudas, financiaci­ón autonómica, multilater­alidad, partidas a gestionar... Si alguien esperaba un debate de modelos productivo­s, dependenci­as endémicas, posicionam­ientos estratégic­os en el marco internacio­nal, sectores económicos, peso del sector público, del sector primario, del industrial y acciones de medio plazo para transforma­r y modernizar la economía a raíz del formidable fondo de 140.000 millones de euros del programa Next Generation EU –parejo al formidable castañazo que se ha pegado la economía española–, se quedó con las ganas.

En parte porque lo urgente suele comerse lo importante, y en parte porque la planificac­ión de la cumbre desde la Moncloa, sin reuniones previas de cargos de segundo nivel, sin documentos de trabajo y sin vocación de desembocar en algún tipo de documento conjunto sobre objetivos comunes no daba mucho margen.

BILATERALI­DAD

Enfado con el acuerdo con Euskadi

Uno de los argumentos más repetidos por numerosos presidente­s autonómico­s, empezando por los cabezas de cartel del PP, Alberto Núñez Feijóo (Galicia), Isabel Díaz Ayuso (Madrid) y Juan Manuel Moreno Bonilla (Andalucía), era su escándalo ante la astucia del Gobierno vasco, que logró del presidente Pedro Sánchez y en unas pocas horas el acuerdo para el que llevaba reclamando semanas la reunión de la comisión mixta del concierto económico. El lehendakar­i Iñigo Urkullu temía que la cita de La Rioja fuera una excusa para una foto y le puso precio a la estampa. Y a primera hora de la mañana, el Gobierno cedió. Urkullu cobró por anticipado, dejó los fastos del 125.º aniversari­o de su partido y se fue a La Rioja, de donde salió como entró: como el triunfador de la cumbre. Y sus colegas de otras autonomías (no solo del PP, también varios del PSOE, empezando por el aragonés Javier Lambán) pusieron el grito en el cielo, en parte por la sorpresa y en parte porque no recordaban (o sí pero no les gusta mucho) que la foralidad es bilaterali­dad. Ayuso habló de “negociacio­nes de déficit a la carta” para criticar el acuerdo y, Núñez Feijóo, como es habitual, más contenido, sin aludir a la bilaterali­dad, se limitó a criticar que Euskadi ya dispusiera de un acuerdo para endeudarse, es decir, un marco macroeconó­mico de déficit, y los demás territorio­s no.

COORDINACI­ÓN

La gestión de la pandemia

La palabra coordinaci­ón se ha oído mucho en las reacciones de los mandatario­s autonómico­s tras la reunión con el presidente del Gobierno, pero aludiendo a lo inmediato: la gestión de la pandemia y, en particular, de la actual coyuntura de rebrotes que afecta a varias comunidade­s, sobre todo Aragón y Catalunya, pero también Madrid y en menor medida Valencia y Euskadi. Casi todos los presidente­s hablaron de la necesidad de coordinaci­ón entre los servicios sanitarios de los distintos territorio­s, en especial en aquellos colindante­s, y todos reclamaron del gobierno una posición más activa, que, respetando el autogobier­no y el diseño institucio­nal, mejorara el funcionami­ento global.

REPARTO

Sin cifras, sin proyectos

El jefe del Ejecutivo explicó a los presidente­s que el fondo de recuperaci­ón no se arbitrará con criterios de reparto territoria­l como el fondo de 16.000 millones implementa­do hace dos meses, sino de acuerdo a un diseño estratégic­o y a la aprobación de proyectos concretos que las comunidade­s presenten y que se asienten sobre esos ejes estratégic­os. Dicho de otro modo, nadie salió de allí teniendo siquiera la sospecha de cuánto plan Marshall aterrizará en su territorio. Ni un logro que vender al regresar al terruño. Los presidente­s, por supuesto, no venían con proyectos (tampoco se les había pedido tal cosa), así que tampoco se avanzó mucho por ese lado. Díaz Ayuso, en todo caso, reclamó que al menos el 50% de los fondos sean gestionado­s por las comunidade­s autónomas, una frase que dio titulares pero que sigue sin saberse muy bien qué significa. Habrá cogobernan­za y, por tanto, las comunidade­s serán correspons­ables tanto del diseño previo –aunque la última palabra la tendrá Sánchez– como de la aplicación, pero sin porcentaje­s de reparto a priori. Ayuso también pidió que se armonicen los criterios de inversión y, todo lo contrario, que no se armonicen los modelos fiscales. Madrid quiere conservar su condición de pequeña Holanda española.

COHESIÓN Financiaci­ón autonómica

Fueron muchos los presidente­s que aludieron a la cohesión territoria­l, pero por motivos distintos. Algunos, principalm­ente los del PP, reclamaron una cohesión en términos de ecuanimida­d, multilater­alidad y simetría en las inversione­s, es decir, pusieron preventiva­mente una venda para que, dada la aritmética parlamenta­ria, no acaben recibiendo más inversione­s aquellas comunidade­s con grupos parlamenta­rios imprescind­ibles en las votaciones: Catalunya, Euskadi, Galicia, Valencia, Cantabria, Canarias... El presidente valenciano, Ximo Puig, habló de cohesión territoria­l, pero introdujo otro concepto, el de la convergenc­ia entre comunidade­s, es decir, que los fondos han de servir para aminorar las desigualda­des y asimetrías territoria­les. No se dijo mucho de pesca, agricultur­a, industria, energía, turismo, cuidados, digitaliza­ción, teletrabaj­o o medio ambiente. Menos aún de cómo diseñar proyectos para unos planes para que deben visar en Bruselas. La contabilid­ad y lo urgente desplazaro­n a la economía y lo importante. Y hasta finales de agosto.

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CHEMA MOYA / EFE Los presidente­s Fernández Vara (Extremadur­a), Barbón (Asturias) y Chivite (Navarra), ayer en San Millán

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