Escaladei desentierra las celdas cartujanas originales
La restauración también saca a la luz tres capillas góticas
La primera cartuja de la península ibérica, situada en los pies mágicos del Montsant, en el Priorat, sigue sorprendiendo a los arqueólogos. En la última campaña de excavaciones, iniciada hace dos meses pero enmarcada en un plan director que empezó a materializarse en el 2013, han aflorado las celdas originales de Escaladei. Son los habitáculos de los primeros monjes del monasterio y se levantaron durante el siglo XIII alrededor del claustro mayor. En la otra área que se está excavando, en la iglesia, han aparecido, tres metros bajo tierra y escombros, los restos de tres capillas góticas.
La restauración de este monasterio cartujano, el único visitable en Catalunya, se está haciendo con un doble objetivo: que el visitante pueda entender cómo vivieron los monjes durante siete siglos y, a la vez, devolverle cierta vida en forma de actividades y propuestas culturales para convertirlo en una puerta de entrada del Priorat. “Aquí confluye el patrimonio cultural y el natural, factores indiscutibles para la candidatura Unesco Priorat-montsant–siurana”, dijo ayer la consellera de Cultura, Mariàngela Vilallonga.
Promovidas por el Departement de Cultura, esta nueva fase de intervención supone una inversión de casi 2,5 millones financiados con fondos del propio Departament, el 1,5% Cultural del Ministerio de Fomento, Fondos Feder y La Caixa, que aporta 316.674 euros a través de l’agència Catalana del Patrimoni Cultural para la restauración y adecuación de la visita al claustro mayor. Es en este espacio donde se han excavado dos de las doce celdas originales del complejo. “La intención ahora es dejar una de las celdas –más austeras y pequeñas que las construidas siglos después– a la vista sin hipotecar el espacio del claustro mayor, uno de los elementos más importantes de la Cartuja”, explica el director de la intervención arqueológica, Josep Maria Vila.
Durante las excavaciones de estos dos últimos meses, también se han localizado, en mejor estado del esperado y con elementos arquitectónicos que se daban por perdidos, los restos de tres capillas góticas. “Probablemente corresponden a las que mandó construir el monje Joan de Febrer, según su testamento de 1424”, apunta Vila. El desescombro ha dejado a la vista una puerta entera con una piedra magníficamente trabajada, lo que da una idea de la importancia que tenían los elementos decorativos.
El proyecto iniciado, y que responde a las líneas definidas en el
Plan Director, prevé recuperar el aspecto que tenía el monasterio –que ocupa tres hectáreas de terreno– en el siglo XVII, antes de la desamortización, cuando fue abandonado. “Pero si encontramos algún elemento concreto, que ayuda a entender su historia –como una de las celdas originales–, lo mantendremos”, dice Vila.
Los trabajos arqueológicos que se han llevado a cabo en la iglesia servirán para acabar de definir su restauración, como ocurrió cuando se recuperó el claustro menor. En principio está previsto recuperar la cubierta original, la reconstrucción parcial del cimborio, los muros perimetrales, algunos pavimentos originales y también se restituirán dos columnas de la portalada, entre otras acciones.