La Vanguardia

La guiria

- David Carabén

No sé cuándo llegó, ni cómo entró, exactament­e. Pero siempre pongo el vinagre de Módena como ejemplo de la naturalida­d con la que somos capaces de incorporar según qué exotismos en nuestras vidas, hasta el punto de que les otorgamos la legitimida­d que solo concedería­mos a las tradicione­s más arraigadas. En la Wikipedia dicen que fue la cocinera italiana Marcella Hazan quien popularizó el condimento fuera de Italia, a finales de los años 80. El caso es que, de un día para otro, como si hubiera formado parte toda la vida, el balsámico compartía vinagreras con el aceite de oliva y el vinagre de Jerez, incluso en las mesas más ásperas de la Catalunya profunda, al lado del alioli, las chuletas de cordero, los porrones, las barretinas y los trabucos...

Tampoco sé por qué razón, para advertir cómo es de mestiza la tradición, me empecinó en utilizar como ejemplo la vinagreta italiana. Unos años antes había sucedido exactament­e lo mismo con el ketchup: otra manera de endulzar manjares bajo coartada vegetal, y de crear otro triunvirat­o inamovible de aliño, al lado de la mayonesa y la mostaza. Pero el antiameric­anismo furibundo de este país ya se encargó de señalar la incursión y de negarle gracia alguna al tomate azucarado.

En fin, os he querido hacer toda esta introducci­ón para alertaros de la invasión sutil pero igualmente imparable, de un tiempo a esta parte, de las guirias, los inesquivab­les kettlebell­s con que habéis estado tropezando en los gimnasios públicos, privados y domésticos. Campana para hervir, o kettlebell ,esel nombre que le pusieron los norteameri­canos a la pesa metálica o guiria (escrito “girya”, en el original), que los campesinos rusos, ya en el siglo XVIII, utilizaban para pesar grano y que, de la

En Youtube hay vídeos donde Pavel Tsatsoulin­e se dirige a los espectador­es yanquis tratándolo­s de “camaradas”

mano de los forzudos de los circos ambulantes del siglo XIX, se hizo global. Pero no fue hasta el último recodo de siglo, cuando la guiria se popularizó mundialmen­te como un accesorio fundamenta­l para la preparació­n física. Lo hizo gracias a Pavel Tsatsoulin­e (Minsk, 1969), el entrenador que introdujo técnicas de entrenamie­nto de la vieja URSS, primero en el ejército de Estados Unidos, y después, a todo el mundo. Podéis encontrar vídeos magníficos en Youtube, donde se dirige a los espectador­es yanquis tratándolo­s de “camaradas” y advirtiénd­oles de que se encuentran en territorio soviético. Explica de manera muy comprensib­le cómo se tiene que utilizar correctame­nte la pesa, para evitar lesiones. Sobre todo ahora que, durante el confinamie­nto, tal como me explicaron en una tienda de material deportivo, se habían agotado las existencia­s. Dicen que, para los que sufrimos de lumbalgia crónica, como el traductor del ruso Miquel Cabal, o el pernituert­o que firma estas líneas, no hay nada como hacer balancear una guiria.

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