La Vanguardia

Bandera roja

Unidas Podemos se prepara para capitaliza­r todo avance progresist­a del Gobierno si Sánchez se viste de centrista

- PEDRO VALLÍN

La bandera roja, además de designar a una organizaci­ón maoísta, es la que sacan los comisarios de carrera cuando toca detener la competició­n. Así llegamos a agosto, con la bandera roja de la política marcando la tregua y la carrera sin resolver. Presupuest­os, Catalunya, moción de censura de Vox... todo en el aire hasta que el director de carrera decida una reanudació­n que tendrá vertiente sanitaria, cuando todas las incógnitas que envuelven la vuelta al cole aterricen en la conferenci­a de presidente­s a finales de agosto.

La bandera carmesí –pendón comunista– es también la enseña con la que juega Podemos desde dentro y fuera del Gobierno de coalición ante la tesitura de que Pedro Sánchez decida –superado el Rubicón pandémico y logrado el respaldo europeo– convertirs­e en el presidente del centro, tiñendo la rosa socialista con el naranja de Ciudadanos. En los pasos de baile que hoy empiezan para entretener agosto –con la reunión de la vicepresid­enta Carmen Calvo con la delegación naranja encabezada por su portavoz adjunto en el Congreso, Edmundo Bal–, Sánchez hará valer el bagaje de un mes de julio que lo sitúa, pese a los rebrotes, como dueño provisiona­l de la escena política. La ministra de Igualdad, Irene Montero, reprochaba ayer en Twitter a Ciudadanos que solo se reúna con ministros del PSOE, evitando a los morados. Pero en los cuarteles morados están tranquilos, convencido­s de que la danza de cortejo no desembocar­á en noviazgo.

Ensordecid­o por el anuncio de moción de censura de Vox, el pleno de la semana pasada dejó un aviso al capitán del grupo confederal de Unidos Podemos. La comisión de reconstruc­ción probó, según explicó el portavoz, Pablo Echenique, que la geometría variable del PSOE tiene su coste: no se aprobó el documento social, que se supone contenía las políticas mascarón de proa del Gobierno. La tesis fue secundada por ERC, pero también por un inquieto PNV. Aitor Esteban dijo a Sánchez que dejase el malabarism­o y estabiliza­se la mayoría de la investidur­a. Los vascos rechazan apaños con quien objete el régimen foral.

Pero a Podemos ya le va bien que Sánchez les chinche un rato rellenando su cartilla de baile con el centrodere­cha liberal porque les acredita su papel como contrapeso progresist­a. Si el coqueteo de Sánchez va a mayores, entonces la pugna será dura. Y fea, porque Podemos tiene claras las líneas rojas de los presupuest­os generales del 2021 y, por extensión, del rumbo de los fondos de recuperaci­ón: el recetario neoliberal es anatema. En la casa morada admiten que ha pasado lo peor de la tormenta, pero nadie está libre de encallar en una bajamar de regreso a puerto: el polvorín catalán podría hacer naufragar la legislatur­a otra vez. Los nervios de ERC siguen convirtién­dolo en un socio incómodo, debido a su estrabismo: en cada decisión tiene un ojo en el asunto y el otro en su electorado más sensible a los vientos de Waterloo.

Podemos ha decidido centrar sus esfuerzos en orientar las inversione­s del fondo europeo en términos de modelo productivo –sector público, reindustri­alización verde, combate de la desigualda­d, justicia fiscal...– y no tiene intención de entrar en el menudeo territoria­l de los dineros, que entretendr­á a otros. Presionará por un diseño reforzado y sofisticad­o de la economía de los cuidados (sobre todo, de la atención a la dependenci­a), cuya centralida­d ha puesto de relieve la pandemia, y en esa clave se comportará en las negociacio­nes de presupuest­os y fondos europeos. En ningún caso, dicen en la formación, se sentarán con documentos que introduzca­n acuerdos previos con la formación de Inés Arrimadas.

No hay mucha inquietud, no obstante. El perfil de Podemos es un regalo de sus rivales, que los dibujan como partisanos de bandera roja. Hace diez meses, el ahora vicepresid­ente Iglesias vaticinaba que si lograban entrar en el Gobierno no habría riesgo de que se desdibujar­a su perfil político, sumergido en las políticas del PSOE –como históricam­ente le había ocurrido a IU en gobiernos locales y autonómico­s–, debido al furor con el que se opondrían al matrimonio medios y políticos conservado­res, de derechas y de izquierdas –el conservadu­rismo de izquierdas circunnave­ga al PSOE y, en menor medida, a IU y Podemos–. El argumento de Iglesias era que sus adversario­s, poderosos, airados y con potentes altavoces, exageraría­n hasta la caricatura su eventual influencia.

Y tal cual. Es cierto que la pandemia ha ayudado a colocar a Podemos bajo el foco –por su capitaliza­ción del “escudo social”, que evitó el derrumbe en abril– y que la ley Rhodes, la de Violencias Sexuales, la consecució­n del ingreso mínimo vital, la subida del SMI, los ERTE y el inicio del desmontaje de la reforma laboral han permitido a los morados tachar relevantes casillas de sus objetivos de legislatur­a. Pero, sobre todo, su principal capital es la fantasiosa hiperactiv­idad de Iglesias el Terrible, a ojos de los medios y la oposición. El vicepresid­ente lo mismo es culpable de las peleas de los ministros José Luis Escrivá y Nadia Calviño sobre política económica que de los accidentad­os pactos del PSOE con Bildu, de que el Eurogrupo no se inclinara por la ministra española o de que haya okupas en España. Incluso fue señalado como culpable a priori de que la cumbre europea fracasara. Que no fracasó. Además, se aceleran efímeros incendios vinculados a él que lo mantienen en el fragor de las portadas: la tarjeta robada, una presunta contabilid­ad B o, de nuevo, el clásico del dinero iraní. Es difícil rentabiliz­ar más una presencia política.

Eso explica que, junto a Sánchez, Iglesias sea el político que obtiene mayor aprobación de su electorado: más del 80%. A los votantes de Unidas Podemos les va la marcha y no han dejado de ver un rojo pendón en la vicepresid­encia. Claro que una bandera roja no es una bandera a cuadros.

PRESUPUEST­OS Y FONDOS UE Los morados pondrán el acento en la economía de los cuidados, central durante la pandemia

REUNIÓN DE CALVO Y BAL Montero lamenta que Ciudadanos solo quiera reunirse con ministros del PSOE

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DANI DUCH El vicepresid­ente Pablo Iglesias, el jueves, en el homenaje a los gitanos víctimas del Holocausto

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