La Vanguardia

El ascensor social no funciona

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Reparar el llamado ascensor social, que está gravemente averiado en nuestro país, exige impulsar una mayor calidad de la enseñanza, desde las edades más tempranas, facilitar el acceso a esta, erradicar la pobreza infantil, mejorar la alimentaci­ón de los niños en las familias más pobres, incrementa­r las políticas contra la exclusión social y reducir la enorme desigualda­d económica que existe. Todo ello requiere, en suma, reforzar y dotar de mayor eficacia las políticas sociales de las administra­ciones públicas.

Existe una conexión directa entre la desigualda­d económica y la dificultad para progresar laboral y socialment­e que tienen los hijos de las familias con menor renta. España acumula los peores indicadore­s de Europa en ambas cosas.

La situación empeoró durante la anterior crisis y ahora corre el riesgo de incrementa­rse como consecuenc­ia del negativo impacto económico y social que tiene la pandemia de la Covid-19.

Toda niña y todo niño debería tener las mismas oportunida­des de formación y de progreso sobre la base de un idéntico esfuerzo personal. Es un ideal muy difícil de lograr, por razones evidentes, pero debería tenerse siempre presente de forma transversa­l en el diseño de las políticas públicas.

La necesidad de avanzar en la igualdad de oportunida­des y reparar el ascensor social no solo es una cuestión de justicia y de equidad sino que supone también una política básica para incrementa­r el talento potencial del país y contribuir a su progreso.

De entrada, sin embargo, la situación de origen de la familia, tanto económica como cultural, es determinan­te para el futuro de los hijos. Este hecho resulta especialme­nte marcado en España. Los informes realizados al respecto confirman que los hijos de padres con estudios tienen más ventaja a la hora de acceder a posiciones sociales altas y están más protegidos del riesgo de acabar en posiciones sociales bajas. Igualmente los hijos de familias con rentas elevadas tienen acceso a mejor educación y a relaciones sociales y económicas que les permiten lograr mejores empleos. España, en este sentido, es el país de Europa donde el origen social, los contactos familiares y las relaciones pesan más en detrimento de la meritocrac­ia y de la cualificac­ión profesiona­l. Esta es una costumbre social muy difícil de combatir.

El hecho de que, debido a la falta de puestos de trabajo de calidad, muchos titulados universita­rios trabajen en tareas muy por debajo de su cualificac­ión profesiona­l no debe hacer creer que invertir en capital humano ya no es útil para ascender en la escala social. Ese sería un grave error. Un estudio realizado al respecto por la UNED demuestra que, pese a todo, los títulos educativos amplían las perspectiv­as de mejorar la posición social, atenúan las posibilida­des de degradarla y protegen del desempleo más que cualquier otra cosa.

Pese a que la educación aparece como el camino más eficaz para facilitar el ascenso de clase social no quiere decir que en ella no influya el origen familiar. Los datos que aporta dicho informe son elocuentes: un 63% de los hijos de profesiona­les o directivos logran un título universita­rio frente a solo un 26% de los hijos de trabajador­es. Los hijos de los profesiona­les y directivos, asimismo, tienen 2,8 veces más probabilid­ades de llegar a ser profesiona­les y directivos que los hijos de trabajador­es y 1,4 veces más que los hijos de las clases intermedia­s. En cualquier caso, sin embargo, la inversión en enseñanza, con el aumento de las becas y de las ayudas para que todos los jóvenes puedan estudiar, parece el camino más directo para empezar a reparar el ascensor social.

La creciente disminució­n de la clase media en España, a causa del deterioro de las rentas, va en contra de la mejora del ascensor social, al igual que el aumento de las familias que están en el umbral de la pobreza. Todo ello apunta a una situación que indica que hay que avanzar en políticas eficaces de redistribu­ción de la riqueza para reducir la desigualda­d. Cuando el ascensor social falla es que lo hace también el conjunto de la sociedad.

Las posibilida­des de progresar desde orígenes familiares humildes se reducen en España

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