Motivos muy barrocos
Un retablo de las dimensiones y riqueza de las del Santuari del Miracle denota que el Solsonès, con su industria lanera y su agricultura, con buen cereal y buena viña, era por entonces una zona rica. Por otro lado, que se haya conservado denota también que, al llegar la Guerra civil, la ausencia de industria implicó la de piquetes revolucionarios que los destruyeran.
Gracias a dichas circunstancias, el Solsonès busca hoy una seña de identidad en ese periodo artístico, que no siempre ha tenido el favor del público contemporáneo. “Casi podríamos decir que hay más retablos que habitantes”, bromea Pep Paret, del Centre de Restauració de Bens Mobles de la Generalitat. “Cada año se abren líneas de ayudas y el Obispado de Solsona está siempre muy atento”, añade. Gracias a esos fondos, la comarca ha ido reparando monumentos y objetos artísticos, hasta configurar un buen mapa donde pasar unos días de visita cultural. “No será masivo, lo sabemos, pero es una buena idea para el turismo familiar y culto”, añade Carles Freixes, delegado de patrimonio del obispado. Una de las iniciativas es el festival, ahora apagado, Espurnes barroques, que desde hace tres años lleva música de ese periodo a recintos religiosos.
El propio Santuari del Miracle tiene otros atractivos. Situado justo en el vértice de las cuencas hidrográficas del Ebro y el Llobregat, allí mueren las nieblas del llano leridano y, desde lo alto, la vista limita al norte con los Pirineos y al sur con el Montsant.