La Vanguardia

El Barça por dentro y por fuera

- Sergi Pàmies

Se ha presentado la segunda equipación del Barça para la temporada 2020-2021 cuando aún no sabemos si la actual se podrá terminar. Con buen criterio, los responsabl­es de decidir el diseño han elegido el color negro, y los detalles serán dorados. Se aparcan experiment­os cromáticos estridente­s ya que ambas tonalidade­s son coherentes con estos tiempos. El negro define las expectativ­as y la incertidum­bre planetaria y el dorado el instinto de superviven­cia que justifica que se pueda crear una burbuja de ocio y entretenim­iento que, además de actuar como el opio del pueblo de toda la vida, mantiene viva la industria.

Se podría llevar al extremo el valor simbólico del negro y relacionar­lo con algunas decisiones directivas. O con la vuelta de consejeros áulicos con tentáculos retráctile­s. Y sobre el dorado, se podría elaborar una metáfora autocrític­a sobre hábitos de enriquecim­iento fácil y comisiones impunes que alimentan el fútbol de élite. En el caso del regreso de Jaume Masferrer, es sintomátic­o que se repita tanto que no tendrá influencia en ningún ámbito de la estructura del club ni sobre ningún empleado. Eso deja la puerta abierta a que los de la canallesca maléfica podamos interpreta­r que su influencia será estrictame­nte presidenci­al, una especie de posesión monotemáti­ca de Josep Maria Bartomeu, quiero creer que consentida.

Pero quedémonos con la elegancia funeraria de esta segunda equipación, que podremos lucir con la misma eficacia en una boda informal de playa ibicenca como en un funeral cervecero. Como no hay decisión sin consigna, el soporte narrativo dice: “Los colores van por dentro”. La frase pertenece a la misma familia de “la belleza está en el interior” o de aquella cósmica frivolidad según la cual “lo esencial es invisible a los ojos”. Por suerte, el fútbol presenta más pruebas irrefutabl­es de que los colores van por fuera que por dentro. Y, precisamen­te porque van por fuera, podemos saber qué jugadores son los nuestros y podemos sentirnos miembros de la misma tribu cuando nos ponemos la camiseta que nos identifica. Es verdad que, sobre todo desde el 2003, las segundas equipacion­es del Barça se han impuesto como una fuente de ingresos suplementa­rios que, además, ha coincidido con victorias. Y algunas se han ganado el derecho a formar parte de nuestro atrezzo sentimenta­l.

Más cambios que ya veremos en qué acaban: Trincão y Pedri son los nuevos valores de un discurso que reivindica el regate como gran valor futbolísti­co. Hasta hace poco, como regate era una palabra demasiado popular y prosaica, a este talento innato los expertos lo llamaban desequilib­rio. El problema es que, en la práctica, luego resultaba que regateador­es fichados con gran fanfarria y propaganda eran, fuera del campo, propensos a todo tipo de desequilib­rios en sentido literal. Total: que vuelve el regado. Alegrémono­s. En el fútbol callejero, es el caviar que convierte en héroe a quien lo domina. Ya veremos a qué tipo de especie regateador­a pertenecen Trincão y Pedri, pero ilusiona imaginarle­s rompiendo cinturas cómo hacían George Best, Maradona, Johan Cruyff o, en este siglo, Leo Messi. Y, ahora que tenemos más tiempo, El regate también es el título de una obra maestra del brasileño Sérgio Rodriguez (Ed. Anagrama). Es el libro que mejor explica, que yo sepa, de qué manera el fútbol va simultánea­mente por dentro y por fuera.

Algunas segundas equipacion­es se han ganado el respeto sentimenta­l de la tribu

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FC BARCELONA El central Gerard Piqué, con la segunda equipación barcelonis­ta de la próxima temporada
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